Después de unos días de Ejercicios Espirituales, me correspondía vivir la Pascua con un grupo de Juventudes Marianas Vicencianas (JMV), de la Provincia de San Sebastián, acompañado también por algunas Hijas de la Caridad y dos sacerdotes de la Congregación de la Misión. El lugar elegido fue Murguía (Álava), un pueblecito con un entorno natural precioso, que muchos de los lectores conocerán.
La llegada fue escalonada, durante la tarde-noche del miércoles santo. Excepto una persona, que se incorporó el jueves santo por la tarde, el resto iniciamos la Pascua en la noche del miércoles, “Pascua-T: apuesta por Cristo”. En ese mismo momento, se nos explicaron el sentido y los objetivos de esta Pascua Juvenil 2015, cuyo lema era: “Sueña con algo grande, apuesta por Cristo”.
Mediante la exposición de un “corto” de la película “Up”, se nos mostró el lema del día, para implicarnos (“Implica-T”), y se nos invitó a preguntarnos: ¿Cuál es el sueño que Dios quiere para nosotros?
El siguiente día, gran día soleado que nos regaló el Señor, abrimos las puertas de nuestro corazón para ofrecer todo lo que tenemos (“Ama-T”). Con un gesto del corazón, nos comprometimos a ofrecer algo importante para los demás durante estos días. Una joven decía que sentía que iba ser esperanzadora esta Pascua. Empezábamos bien el día del amor fraterno, la institución de la Eucaristía y del Sacerdocio.
Todos los días, después de la oración de la mañana, se nos explicó el sentido de cada día, algo que fue muy bien acogido por parte del grupo, pues ayudó a profundizar y reflexionar, así como a vivir la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Lo mismo sucedió con los momentos principales de la Liturgia del Triduo y su simbología específica: ayudó a implicarnos en su preparación. Todo ello, dándole el carácter que la misión evangelizadora de la Familia Vicenciana tiene como responsabilidad: “Evangelizados para evangelizar”.
Los momentos de reflexión fueron individuales y grupales. Hubo también un compartir colectivo. De ellos destacaré la disposición de todos para la entrega generosa, darse a los demás, desde ese amor fraterno, especialmente a los más necesitados, aunque cueste, como decía alguno. En cada uno, en su ámbito, resonaba una reflexión concreta.
Pudimos compartir la celebración del Triduo Pascual con los usuarios de la Residencia de Mayores de Murguía, así como con las Hijas de la Caridad que les cuidan y atienden, y el resto del pueblo que quiso hacerse presente. Gozo y alegría es lo que me manifestaron algunos residentes y la Hijas de la Caridad con las que pude compartir también algún momento.
Un gesto vale más que mil palabras: ese gesto fue el rostro de esos jóvenes que se comprometían a dejar esos “clavos” que crucifican al Señor, quitándolos de la cruz, para intentar, con la alegría que nos pide el Papa, trabajar por la paz, la justicia y la verdad. La mayoría lo hizo sintiendo la misericordia de Dios, a través del sacramento de la Reconciliación. ¡Qué caritas de alegría tras sentir el perdón! “Perdona-T, ¿cuál es tu propia cruz?”: con este lema vivimos este día.
El Vía Crucis que realizamos hasta la subida al monte Oro, marcó otro hito en el camino de esta Pascua, en las estaciones de la Pasión y Muerte de Cristo, que revivimos también con los crucificados de nuestros días. Una vía que, para algún joven, fue dolorosa. Un momento de encuentro a través del sufrimiento, que expresaban tras ver las lágrimas de varios residentes en el momento en que dos jóvenes le ofrecían la cruz en la celebración de los Oficios, para besarla y adorarla. “Comprendo su dolor, porque esta mañana yo también sufrí”. Ocurrió lo mismo con la oración con la que despedimos el viernes santo.
Del sábado, destacaré el desierto, oportunidad de subir al monte Jugatxi, con tres jóvenes, intentando sentir, desde las entrañas de la tierra, la oscuridad, silencio, soledad. Siendo sincero, me llenaron de esperanza, por su forma de querer afrontar una vida marcada por la presencia de Dios, sabiendo las dificultades, oscuridades e individualismos del mundo actual. “Proyecta-T”, lema del día: lo actualizamos expresando nuestras vivencias de estos días a través de una imagen, último hito en ascensión de esta Pascua-T, momento emotivo, de gratuidad, intenso por los testimonios, pero, sobre todo, de encuentro y permanencia con Cristo y en Él.
Llegamos a la cima de nuestra “Pascua-T”: la Vigilia Pascual, que es lo que da sentido a todos los gestos, emociones y sentimientos de todos estos días. Con la Resurrección de Cristo se nos pedía: “Resucita-T”. Espero firmemente que la alegría que se palpaba en la fiesta nos acompañe en todas las acciones de nuestra vida, en lo cotidiano, siempre con una mirada a lo que nuestra espiritualidad vicenciana nos pide: entregándonos al servicio de los que más nos necesitan.
Doy gracias al Señor por haber compartido esta “Pascua-T” en Murguía con este gran grupo, del que destaco su gran acogida, y, sobre todo, su compromiso y humanidad.
Juan Cruz
Seminarista paúl de la Comunidad Interprovincial
de Formación Inicial (CIFI)
Tomado de http://misionerospaules.org/
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