El Jubileo de los 400 años de la Congregación de la Misión

por | Ene 12, 2025 | Formación, Jubileo 400 aniversario | 0 Comentarios

Con gratitud y un renovado compromiso de seguir a Cristo, evangelizador de los pobres, la Congregación de la Misión celebra el Jubileo de los 400 años de su fundación. Todo jubileo es un acontecimiento de gran relevancia espiritual, eclesial y social; es un tiempo que nos permite redescubrir y celebrar toda la fuerza y la ternura del amor misericordioso del Padre para ser, también nosotros, sus testigos. Este Jubileo, tiempo de gracia, de perdón y de esperanza, nos permite renacer en el amor de Cristo, intensificando nuestra oración de acción de gracias, de conversión y de compromiso con la abundancia de la gracia divina derramada en nuestra vida y en nuestro trabajo; es un tiempo propicio para abrir cada vez más los ojos y el corazón al drama del sufrimiento de los pobres, abandonados y excluidos, y para fortalecernos como signos e instrumentos de anuncio y testimonio de la Buena Noticia anunciada por Cristo a los pobres.

Este Jubileo nos invita a revestirnos del Espíritu de Cristo, a volver cada vez más a Jesús y a centrar en Él nuestra vida

Jesús es el Verbo encarnado, es el «Divino Pobre», es Dios presente en el mundo para compartir la suerte de los humildes y anunciarles el Reino. Jesucristo es el centro de nuestra vida y misión y la razón de nuestra pasión por los pobres. San Vicente decía: «Nuestro Señor es nuestro Padre, nuestra Madre y nuestro todo». «Pido a nuestro Señor que sea la vida de vuestra vida y la única pretensión de vuestro corazón». Nuestra tarea es entregarnos a Cristo, expresión máxima del amor misericordioso de Dios Padre, para que Él, a través de nosotros, pueda continuar esa misma misión. Este es el momento de volver cada vez más a Cristo, de profundizar en nuestro encuentro personal con Él y de centrar nuestra vida en Él. En nuestro mundo, donde existe el peligro de, en palabras del Papa Francisco, «ser cristiano sin Jesús», este Jubileo es una inspiración y una invitación a: reavivar nuestra relación con Cristo; dejarnos seducir por su persona y convertirnos a él; fortalecer nuestra identidad como discípulos misioneros de Jesús; y descubrir la compasión como la forma en que Dios quiere reinar en el mundo.

Este Jubileo nos invita a liberar la fuerza del Evangelio y recuperar su frescura original

San Vicente siempre actuó en sintonía con la Palabra de Dios, siempre entendió y vivió a la luz de la realidad de los pobres y de la Iglesia. La centralidad de la Palabra en San Vicente de Paúl es una llamada a que busquemos «recuperar la frescura original del Evangelio», a centrar nuestra vida en la persona de Cristo y en lo esencial de su mensaje, porque sólo Él puede renovar nuestra vida, nuestra comunidad y sacarnos de esquemas egoístas y caducos. Es hora de ir al «corazón del Evangelio», liberándolo de tantas doctrinas secundarias y esquemas religiosos que le quitan «el perfume del Evangelio» y que nos desafía a superar formas distorsionadas de cristianismo, de las que no puede brotar una auténtica práctica de vida cristiana.

Este Jubileo nos invita a profundizar y abrazar la mística de la caridad misionera de Cristo

«Sólo un corazón inflamado por el amor de Dios es capaz de contagiar a los demás». Esta profunda convicción hizo de San Vicente una persona de fe y oración profunda y auténtica, comprometida, realista y atenta a los problemas concretos, con una profunda «unidad entre acción y contemplación». La intimidad con Cristo pasa por la pasión por Cristo en los pobres. Es una pasión espiritual que se expresa en el compromiso de un amor afectivo y efectivo, que lleva a «amar a Dios con la fuerza de los brazos y el sudor de la frente» y hace que acción y oración vayan de la mano. Es una pasión revestida de los sentimientos y actitudes de Cristo, una mística de la misión y de la caridad, donde en Cristo los pobres son nuestra herencia y los destinatarios de la evangelización, donde estamos llamados a ser profecía del amor preferencial de Cristo por los pobres… A nivel personal y comunitario, esta mística misionera nos propone ir al encuentro de los necesitados y promover un testimonio de fe con el «olor de los pobres». Ante el actual contexto sociocultural, que enfatiza el individualismo y el consumismo y genera una disminución del fervor misionero, es el momento, individual y colectivamente, de salir de la «zona de confort», de la autocomplacencia, del estancamiento, de evitar formas distorsionadas de vivir la fe, como la mundanidad espiritual, espiritualidades malsanas orientadas sólo al bienestar y la prosperidad personal, y ciertos estilos de vida alejados de Dios y de los pobres… Estamos llamados a acoger la capacidad innovadora de la experiencia caritativa y misionera de San Vicente, su creatividad y su santidad. Somos interpelados, según las llamadas del Papa Francisco, a «no abandonar nuestro celo misionero», «nuestra alegría evangelizadora», «el Evangelio», y a «no dejar nunca solos a los pobres».

Este Jubileo nos invita a una profunda toma de conciencia de amor misionero a la Iglesia y a ser una Iglesia misionera, profética y pobre para los pobres

La vocación vicenciana nació de una «conciencia pastoral inquieta» ante situaciones concretas de personas cansadas y abatidas, como ovejas sin pastor. En su encuentro y diálogo con los pobres y su realidad, Vicente vio en el clamor de los pobres la llamada de Cristo y profundizó en su comprensión de la Iglesia como cuerpo místico de Cristo, obra del Padre, guiada por el Espíritu Santo y continuadora de la misión de Cristo. La misión de la Iglesia es evangelizar, especialmente a los pobres, que son «los miembros más preciosos del cuerpo de Cristo». Continuadora del misterio de Cristo, la Iglesia debe prolongar su pobreza, su predilección por los pequeños y su identificación con ellos. Esta cercanía y compromiso con los pobres será para san Vicente el signo de pertenencia a la verdadera Iglesia y el criterio para discernir la fidelidad de la Iglesia a su misión. Esta dimensión eclesial presente en el carisma vicenciano nos llama hoy a abrazar y asumir intensamente las llamadas y sueños del Papa Francisco, que desea una Iglesia «en salida, profética, sinodal y en conversión misionera». La Iglesia debe ser «una Madre de brazos abiertos», «toda misericordiosa», para solidarizarse y servir a los pobres y a los que sufren, comprometerse con la justicia y anunciar con alegría la Buena Nueva en el diálogo y el encuentro con todos los hombres.

Este Jubileo nos invita a un compromiso integral con los pobres y a una acción integral y transformadora de misión y caridad

San Vicente no se limitó a la predicación o a la simple asistencia social. Supo conjugar el anuncio con la caridad, la predicación con la promoción, dimensiones de una misma acción misionera que busca la salvación de toda la persona y de todos los pueblos. Misión y caridad son dos caras de un mismo servicio, que lleva la Palabra que libera y salva y busca construir la fraternidad y transformar las causas que generan la pobreza y la injusticia. San Vicente decía: «No puede haber caridad si no va acompañada de justicia». Nos desafía a volver a Jesús y a su misión liberadora, a recuperar la dimensión histórica y social del Reino de Dios, abrazando el proyecto humanizador y compasivo del Padre, un proyecto de vida fraterna y de construcción de un mundo de justicia y dignidad para todos, empezando por los pobres y excluidos. Este es el reto para todos nosotros hoy: asumir una acción misionera y caritativa integral y liberadora y una forma de actuar dentro de una dinámica crítica, profética y transformadora, con estrategias adecuadas y coherentes.

Este Jubileo nos invita a renovar la experiencia comunitaria y sinodal de caminar juntos en la ayuda mutua, la participación y la colaboración en favor de los pobres

La obra emprendida por San Vicente estuvo marcada por un profundo sentido eclesial y un espíritu de diálogo y colaboración. Vicente reunió a ricos y pobres, a clérigos y laicos, a hombres y mujeres; valoró mucho a los laicos, especialmente a las mujeres; movilizó y formó buenas voluntades para el trabajo en colaboración. La experiencia de San Vicente es hoy una gran invitación a trabajar juntos contra la pobreza y sus causas. La colaboración ayuda a promover el reparto solidario de los dones, abre perspectivas de revitalización e impulsa acciones y proyectos conjuntos nuevos y creativos. La colaboración es una expresión y una exigencia de la virtud vicenciana del celo y se desarrolla a partir de actitudes de humildad y responsabilidad. En la experiencia de San Vicente, maestro de la colaboración, nos necesitamos mutuamente. La colaboración requiere una actitud de reciprocidad, de interdependencia y de apertura al trabajo conjunto con los demás. La colaboración fortalece la misión, amplía su horizonte y no nos permite caer en el peligro de encerrarnos en nuestras propias dificultades, necesidades e intereses. La conciencia de la misión común y de sus retos, cada vez más inquietantes y comunes, debe llevarnos a superar barreras e intereses ideológicos, culturales y de grupo y a promover la ayuda mutua, todo ello en beneficio de los pobres. «Estamos en la misma barca y vamos hacia el mismo puerto» (Evangelii Gaudium, 99).

Este Jubileo invita a la Congregación de la Misión a una revitalización misionera y vocacional

Presente y activa en una Iglesia inserta en un mundo globalizado, pluralista, secularizado y en constante cambio, con múltiples llamadas pastorales, la Congregación de la Misión debe trabajar sus prioridades y preocupaciones, no en la búsqueda de protagonismo o proyección en el entorno social y eclesial, ni en la supervivencia, sino en abrazar y cultivar su ideal misionero, con renovado ardor, fidelidad al carisma, espíritu de fe, firme propósito de conversión y creatividad misionera. Está llamada a pedir perdón por sus pecados, errores y malentendidos a lo largo de su historia; tiene el reto de renovarse y desarrollar su vitalidad vocacional, revitalizando su realidad actual ante las nuevas llamadas de los pobres. Está llamada a la creatividad misionera, comprometiéndose a vivir y promover: una búsqueda continua de reconfiguración misionera en el actual escenario social y eclesial; una vida testimonial, en apertura y compromiso con la diversidad de servicios a los pobres y a la formación; un caminar en perspectiva profética y sinodal, junto a los pobres, la Familia Vicenciana y otras fuerzas eclesiales y sociales, sin pretensiones de protagonismo y exclusividad propios; y una misión asumida y renovada en el espíritu de las cinco virtudes. En este talante decididamente misionero y comunitario, deben pensarse, planificarse y ponerse en práctica todos los esfuerzos e iniciativas posibles para promover, revitalizar y dinamizar la misión, la formación, la promoción vocacional, la vida espiritual y comunitaria… Y en este exigente empeño de fe y esperanza, de duro trabajo y de total confianza en Dios y docilidad a su Espíritu, necesitamos caminar juntos, siempre hacia adelante, apoyados y animados por las sabias palabras de San Vicente: «Dejemos que Dios gobierne nuestra pequeña barca; si le es útil, evitará que se hunda».

El Papa Francisco nos interpela: «¿Estamos abiertos a las sorpresas de Dios o nos cerramos temerosos a la novedad del Espíritu Santo? ¿Estamos decididos a recorrer los caminos nuevos que la novedad de Dios nos presenta, o estamos atrincherados en estructuras caducas que han perdido su capacidad de respuesta?» Dios sigue sorprendiéndonos hoy y nos invita a recorrer caminos nuevos. A nosotros nos toca abrazar y retomar el testimonio de San Vicente de manera renovada para que, con generosidad, valentía y esperanza, podamos continuar firmes en nuestro camino misionero, construyendo otros 400 años en fidelidad creativa al legado carismático dejado por San Vicente.

P. Eli Chaves dos Santos, CM
Fuente: Informativo São Vicente, Vol. LXI, nº 329, 2024,
Provincia Brasileña de la Congregación de la Misión,

 

Cuestionario para la reflexión personal y en grupo

  1. El significado del Jubileo
    • ¿Qué significa para ti el Jubileo como tiempo de gracia, perdón y esperanza?
    • ¿Cómo podrías renovar tu compromiso con la misión de Cristo en tu vida cotidiana?
  2. Cristo como centro
    • ¿De qué manera puedes centrar más tu vida personal y comunitaria en Cristo?
    • ¿Qué acciones prácticas podrías tomar para evitar ser un “cristiano sin Jesús”, como advierte el Papa Francisco?
  3. La frescura del Evangelio
    • ¿Qué significa para ti recuperar “la frescura original del Evangelio”?
    • ¿Qué aspectos de tu vida o comunidad podrían ser liberados de “doctrinas secundarias” o esquemas que oscurecen el mensaje de Cristo?
  4. La mística de la caridad misionera
    • ¿Cómo puedes expresar un amor afectivo y efectivo hacia los pobres en tu entorno?
    • ¿Qué pasos puedes dar para equilibrar acción y oración en tu vida?
  5. Compromiso con los pobres
    • ¿Cómo entiendes la frase “no puede haber caridad si no va acompañada de justicia”?
    • ¿Qué acciones concretas puedes emprender para abordar las causas de la pobreza y la injusticia en tu comunidad?
  6. Colaboración en la misión
    • ¿Cómo puedes fomentar una mayor colaboración con otros, sean laicos, clérigos, o miembros de la comunidad, en favor de los pobres?
    • ¿Qué actitudes de humildad y apertura crees que son necesarias para trabajar juntos de manera efectiva?
  7. Renovación misionera y vocacional
    • ¿Qué te inspira del ejemplo de San Vicente de Paúl para revitalizar tu vocación y misión?
    • ¿De qué manera puedes contribuir a una Iglesia más misionera, profética y pobre para los pobres?
  8. Conversión personal y comunitaria
    • ¿Cuáles son las “estructuras caducas” en tu vida o comunidad que podrían estar limitando la novedad del Espíritu Santo?
    • ¿Cómo puedes abrirte más a las sorpresas y caminos nuevos que Dios te presenta?
  9. La Iglesia en salida
    • ¿Qué significa para ti ser parte de una Iglesia “en salida” y solidaria con los pobres?
    • ¿Qué cambios podrías realizar en tu estilo de vida para alinearte con esta visión?
  10. Esperanza y creatividad misionera
    • ¿Qué ideas creativas podrías implementar para renovar la misión y la formación en tu comunidad?
    • ¿Cómo puedes vivir con más esperanza, generosidad y valentía en el camino misionero?
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