«CRECIERON AL MARGEN DE LA SOCIEDAD. NO BUSCABAN PELEA. BUSCABAN SER PARTE DE ELLA».
– THE OUTSIDERS
Las zonas de confort tienen un nombre muy apropiado. Disponer de un espacio donde recargar las pilas, ser uno mismo y encontrar solaz en actividades, lugares y personas familiares y estimulantes es bueno y necesario. Estar cómodo no tiene nada de malo.
En los Evangelios, se pedía a los seguidores de Jesús que hicieran y fueran más. Mientras iban por el camino, alguien le dijo a Jesús: «Te seguiré adondequiera que vayas». Jesús le dijo: «Las zorras tienen guaridas y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza». A otro le dijo: «Sígueme». Pero él dijo: «Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre». Jesús le dijo: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; pero tú vete a anunciar el Reino de Dios.» Otro le dijo: «Te seguiré, Señor; pero déjame que me despida primero de los de mi casa.» Jesús le dijo: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el reino de Dios». Son exigencias arduas.
Nos exigen dejar atrás nuestro ego como centro de nuestras vidas e ir más allá de nuestras zonas de confort.
Se habrán dado cuenta de que el papa Francisco habla, de hecho con bastante frecuencia, de la necesidad de que la Iglesia, el pueblo de Dios, vaya a lo que él llama las periferias o los márgenes. Es un llamamiento para que todos prestemos atención a las exigencias de dejar atrás nuestras zonas de confort.
¿Qué son las periferias? Son los lugares situados en los márgenes de nuestra sociedad. Su aspecto puede variar según las comunidades. Nuestros pueblos y ciudades pueden reflejar las estructuras y jerarquías de nuestras comunidades: las partes más establecidas de nuestras ciudades y pueblos suelen estar en el centro geográfico. Podemos creer que estar más cerca del centro es el lugar más idóneo porque puede darnos mayor acceso a la gente y a los recursos o porque nos da más opciones. A veces, es así. Los lugares más nuevos siempre están en las afueras. Podemos asociar estos lugares exteriores con una mayor incertidumbre e inseguridad, e incluso pueden invocar el miedo. Estas ideas se trasladan a nuestras relaciones con las personas: los excluidos del centro de la cultura y la sociedad suelen acabar en los mismos bordes de nuestras comunidades. Los que sufren la pobreza, la falta de vivienda y la injusticia se encuentran a menudo en los márgenes.
Las periferias fueron el tema del breve discurso que el entonces cardenal Bergoglio (el papa Francisco) pronunció en las reuniones previas al cónclave de cardenales de la Iglesia católica en 2013. Él nos anima: «La Iglesia está llamada a salir de sí misma y a ir a las periferias, no sólo geográficas, sino también a las periferias existenciales: el misterio del pecado, del dolor, de la injusticia, de la ignorancia y de la indiferencia hacia la religión, de las corrientes intelectuales y de toda miseria». La llamada a ir a las periferias no es fácil. Nos pone frente a nuestros prejuicios y temores. Pero no estamos solos. Como subraya nuestra tradición vicenciana, es el lugar donde reside Jesús. Vemos el rostro de Cristo en los demás, y más acentuadamente en las periferias. ¡Id con valentía!
PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR
- ¿Cuándo has ido más allá de tu zona de confort?
- ¿Dónde están las periferias o los márgenes en tu comunidad?
De: Firewood for the soul, vol. 2, A Reflexion Book for the Whole Vincentian Family
Sociedad San Vicente de Paúl, Queensland, Australia.
Texto de: Samantha Hill y James Hodge.
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