LOS RIESGOS VALEROSOS DAN VIDA, TE AYUDAN A CRECER, TE HACEN SER VALIENTE Y MEJOR DE LO QUE CREES QUE ERES.
JOAN L. CURCIO
Es un riesgo tomar este libro de reflexiones y leer este artículo.
Todos los días asumimos un sinfín de riesgos. Muchos de estos riesgos cotidianos son menores y pueden parecer intrascendentes. El riesgo de salir de una cama cálida y cómoda y poner los pies en el frío suelo. El riesgo de ver ese nuevo programa de televisión o esa nueva película que podría convertirse en tu próxima obsesión, o que podría decepcionarte. El riesgo de ese trozo extra de chocolate. Evaluamos y actuamos ante estos riesgos sin pensar. También hay riesgos más sustanciales que pueden causarnos mayores grados de ansiedad, miedo o pena.
Para discernir las esperanzas y los sueños de Dios para nuestras vidas, debemos confiar en las palabras de Dios y estar dispuestos a asumir riesgos de vez en cuando. Asumir riesgos requiere que salgamos de nuestra zona de confort sin ninguna garantía de éxito. Al asumir riesgos calculados, acabamos superando el miedo al fracaso y lo sustituimos por la emoción del logro.
Hay razones para todo lo que ocurre en nuestras vidas, tanto si lo percibimos como un éxito como un fracaso. En nuestros fracasos, podemos acudir a Dios en busca de fortaleza. Puede ser útil recordarnos a nosotros mismos que podemos aprender de nuestros fracasos y que no todas las experiencias de fracaso tienen un significado o un propósito. Lo más importante es que la tradición cristiana nos enseña que Dios siempre está con nosotros, sintiendo las mismas emociones y soportando el mismo sufrimiento. Esta es la promesa de nuestro Dios encarnado e incondicionalmente amoroso.
Uno de las metas sociales habituales de nuestro tiempo es alcanzar la felicidad en nuestra vida. En los Evangelios, se cuenta la historia de Jesús que le dice a Simón (Pedro) dónde echar la red después de muchos intentos fallidos. Como todo pescador, Simón soñaba con una gran pesca. Esa gran pesca ocurrió un día en que conoció a Jesús. Pero —como Simón descubrió en ese mismo momento— ese abundante botín de peces no le dio la felicidad duradera que estaba buscando. Incluso en aquel momento de gran éxito, Simón seguía sin ser feliz. Le faltaba algo en su vida.
El encuentro con Jesús, y el reconocimiento del gran don presente en Jesús, permitieron a Simón darse cuenta de que había encontrado a quien le ayudaría a encontrar esa parte que le faltaba. Con Jesús, uno descubre una vida de verdadera abundancia.
En nuestro éxito podemos reconocer elementos que nos sustentan y elementos transitorios. La esperanza es que no nos dejemos atrapar por el éxito temporal y perdamos la felicidad duradera de nuestra vida. Estemos siempre abiertos a Dios y a su guía, tanto en nuestros éxitos como en nuestros fracasos. Jesús nos invita a un sinfín de posibilidades. Tenemos que ver más allá de nuestra rutina, abrazar esos riesgos y aprender a caminar con Jesús en la fe, la esperanza y el amor.
PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR
- ¿Qué riesgos has asumido recientemente?
- ¿Cómo influye tu confianza en Dios en tu manera de actuar con valentía, o de hacer cosas nuevas y diferentes?
De: Firewood for the soul, vol. 2, A Reflexion Book for the Whole Vincentian Family
Sociedad San Vicente de Paúl, Queensland, Australia.
Texto de: Samantha Hill y James Hodge.
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