Queridos Hermanos y querida Familia Vicenciana,
Con el corazón lleno de fe y esperanza en Cristo, os informo de la partida de nuestro querido cohermano el P. Jorge Luis Rodríguez, CM, que concluyó su camino terrenal en la misión de Dios en Angola. Su vida, impregnada del espíritu de San Vicente de Paúl, fue un testimonio vivo del amor de Dios por los pobres y marginados.
P. Jorge Luis Rodríguez, CM fue el director que creó la Oficina de Comunicación tal y como la conocéis hoy, y por eso queremos recordarle por la aportación fundamental que hizo a la Congregación.
P. Jorge Luis Rodríguez, CM, con su visión profética, ha renovado profundamente la forma de vivir nuestra misión vicenciana en el mundo moderno. Como Director de la Oficina de Comunicación, ha sabido abrazar las nuevas tecnologías no como un fin, sino como una herramienta para propagar el carisma vicenciano. Su trabajo en la creación de la página web oficial de la Congregación ha sido un faro de luz, uniendo a cohermanos en todos los rincones del mundo, transformando el espacio digital en una comunidad virtual pero profundamente concreta de fe y servicio.
P. Jorge fue un verdadero hijo de San Vicente, un hombre que vio en el mundo digital un nuevo territorio de misión, un lugar para evangelizar y encender el fuego de la caridad en el corazón de los jóvenes. Comprendió que nuestro carisma debe vivirse y transmitirse también a través de los lenguajes contemporáneos, para llegar a la vida de los marginados de la sociedad digital.
Por eso estudiaba y se actualizaba sin cesar, para no quedarse atrás y ofrecer un servicio especial a toda la Pequeña Compañía. A menudo se preocupaba por los hermanos que trabajaban en zonas sin conexión o en países víctimas de la brecha digital, porque temía que quedaran excluidos de la vida de la CM, mientras que él quería que el espacio digital se convirtiera en una capilla donde todos los hermanos pudieran estar unidos en una sola comunidad. Creía firmemente en la necesidad de tender puentes entre culturas diferentes.
Fue durante el lanzamiento de la primera campaña del 1% cuando sintió una fuerte llamada a las misiones internacionales. Preparando la campaña para alcanzar 30 hermanos para las misiones, sintió en su interior, que uno de esos 30 era él, por eso había ido a Angola donde estaba feliz de llevar la buena nueva, para responder a la llamada que había organizado para la Pequeña Compañía, cuanto más promovía el 1%, más se encendía en él el espíritu misionero.
Debido a un trágico accidente, se ha puesto al lado de los santos y beatos de la congregación para interceder por nosotros; él, que es un experto en comunicación, aceptará ahora nuestras oraciones y nos ayudará a presentarlas a Dios.
Oficina de Comunicación
He aquí el testimonio del P. Cleber Theodosius, CM:
He conocido p. Jorge, por medio de los canales de comunicación de la Curia General aún cuando yo era estudiante de filosofía (2015-2017). Su habilidad con los medios, hizo que también se trabajara allí el tema de las vocaciones, de modo que ha reunido, virtualmente, estudiantes y misioneros interesados en servir a la Congregación desde la comunicación y las vocaciones, y así lo hemos hecho, con proyectos que salieron del papel, dándose de forma virtual o encuentros presenciales en Perú y Francia (aunque yo, por motivos formativos, no he estado presente).
Cuando se preparaba para misión en Angola practicábamos en portugués para que aprenderá el idioma, una vez ya allí, seguíamos en contacto. Siempre que necesitábamos de algo para la misión, acudíamos un al otro, nos tornamos buenos amigos de misión, y mismo a la distancia, nos ayudábamos con intercambio de materiales e informaciones.
Su ejemplo de vida me inspira para la misión. Justo el día antes del accidente le encaminé el contacto de un chico (Plinio) que buscaba orientación espiritual y discernimento vocacional, y él aceptó con mucho gusto hacer el servicio, poniéndose en contacto el vocacionado.
Hoy, con mucha dolor nos despedimos de este nuestro, pero no temo afirmar que Padre Jorge Rodriguez es feliz, por tener la dicha de morir “con las armas en la mano,” o sea, pasar a la misión del cielo, desde la misión.
En abril de 1655, mientras reflexionaba con los misioneros sobre el significado del martirio, a partir del testimonio de algunos compañeros enviados en Misión fuera de Francia, recoge San Vicente esta comprensión del Martirio como testimonio de la Verdad: “Un misionero… que cumple perfectamente sus obligaciones y vive según las reglas de su estado, hace ver… que Dios merece ser el único servido y que merece ser incomparablemente preferido a todas las ventajas y placeres de la tierra. Obrar de este modo es publicar las verdades y las máximas del evangelio de Jesucristo, no con las palabras, sino con la conformidad de vida con Jesucristo, y dar testimonio de su verdad y de su santidad ante fieles e infieles; por tanto, vivir y morir de esta forma es ser mártir”.
Además San Vicente de nos recuerda que “la salvación de los pueblos y nuestra propia salvación son un beneficio tan grande que merece cualquier esfuerzo, a cualquier precio que sea; no importa que muramos antes, con tal que muramos con las armas en la mano; seremos entonces más felices, y la Compañía no será por ello más pobre, ya que ‘sanguis martyrum semen est christianorum’. Por un Misionero que haya dado su vida por caridad, la bondad de Dios suscitará otros muchos que harán el bien que el primero haya dejado por hacer”. (San Vicente de Paúl, Repetición de oración del 22 de agosto de 1655).
Sigamos unidos en la caridad en la misión!
Fuente: https://cmglobal.org/
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