Jesús es en todo como nosotros, menos en el pecado.  Conoce los gozos, penas, luces y glorias que conocen nuestras familias. 

Se dice que los tiempos duros sacan lo mejor y lo peor de nosotros y, por supuesto, de nuestras familias.  Ante las crisis e incertezas, unas personas o familias se cierran a los demás por miedo.  Quizá se quieran proteger de los demás o busquen guardar lo que tienen almacenado para los días de escasez.

Mas otras personas o familias, en vez de cerrarse a los demás, se abren a ellos.  Ven ellas que todas las personas o familias están todas juntas en esto (véase Freund).  Es decir, les queda claro que es esencial que todas las personas o familias obren juntas y compartan aun lo poco que tienen.  Pues si no, ni habrá manera de superar las crisis e incertezas.

Y no quiere Jesús que nosotros o nuestras familias nos encerremos en nuestras seguridades e intereses.  Pues se le llama necio al rico que se cierra a los demás y se dice a sí mismo: «Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años.  Túmbate, come, bebe, y date buena vida».

Familias que buscan primero el reino de Dios y su justicia.

Alaba, en cambio, Jesús a la pobre viuda que ha echado en el arca de las ofrendas dos monedas de cobre no más.  Pues ella ha echado todo lo que tenía para vivir.  Ella, al igual que Simeón y Ana, es del «Grupo de los Pobres de Yahveh».

Y quiere Jesús que nosotros y nuestras familias seamos cual la pobre viuda y Simeón y Ana.  Es decir, él nos quiere pobres al igual que las gentes que tienen no más su fe.

Ellas «no piensan en su fortuna ni en su bienestar».  Esperan en Dios no más.  Creen firmes que él las consolará, las liberará, les dará gloria, y alumbrará también con su luz a las naciones.

Y las gentes del «Grupo de los Pobres de Yahveh» son de fe sencilla y poco cultivada.  No es de sorprender, por lo tanto, que ella se concrete «en oraciones torpes y distraídas».  Con todo, esa fe se ve viva y despierta sobre todo en tiempos de apuro.  Y lleva ella a que se guarde la verdadera religión con esperanza y paciencia (SV.ES XI:462).

Ésta es la religión auténtica de las gentes pobres de bondad. Y tienen hambre y sed de justicia.  Por lo tanto, obran por causa de ella hasta dar su vida y entregar sus cuerpos y derramar su sangre.  Se les marca en la frente la señal de contradicción.  Tal señal reta a las demás personas y familias a que busquen primero el reino de Dios y su justicia.

Señor Jesús, haz que nosotros y nuestras familias seamos del reino de los cielos.  De este modo, conoceremos la verdadera dicha y solidaridad en medio de las penas de la vida, y se sacará lo mejor de nosotros. 

31 Diciembre 2023
Sagrada Familia Jesús, María y José (B)
Eclo 3, 2-6. 12-14; Col 3, 12-21; Lc 2, 22-40