Reflexión:

1. Tiene el sr. Vicente una forma muy personal de “mirar” la muerte. Lo muestra con las Hijas de la Caridad y con los Misioneros: les reúne y les anima a exponer en público algunas de las virtudes del difunto/a. Y todo ello no tanto para alabanza del muerto sino para mejora de quienes lo escuchan. Este acontecimiento le sirve, por otra parte, al sr. Vicente para insistir en las virtudes hacia las que debe caminar, en este caso, una Hija de la Caridad:  la caridad, la humildad y la sencillez.
2. Y es que las “virtudes” (tanto las señaladas para las Hijas de la Caridad –tres- como para los Misioneros –cinco-) son el “espejo del ser humano”, el “despliegue de intenciones”, las “señales” por las que serán reconocidos. Por ello, cuando habla de santidad, la identifica con el reflejo de las virtudes en la vida (“encontraréis en ellas, afirma, las señales del verdadero espíritu de la Hija de la Caridad”).
3. Nada tiene de extraño que el mismo sr. Vicente, afirme en otro texto: «¡Cuanto agrada a Dios una Hermana que se esfuerza en adquirir estas virtudes!”.  Interesante, muy interesante, el matiz del “esfuerzo”, muy propio, por otra parte, del pensar de san Vicente. Añadiendo a continuación: “Quiere a esa hermana, se complace en ella, la tiene como un hermoso sol para sus ojos, la mues­tra a los bienaventurados y a nuestras buenas hermanas que están ahora en el cielo» (IX, 546).
4. El Comentario lo finalizo con un nuevo texto de san Vicente que remata este asunto de las virtudes: «Si hay algo en el mundo que habéis de pedir a Dios, es vues­tro espíritu; y si os tenéis que entregar a Dios por algún fin, es precisamente por éste. Así pues, que aparezca siempre en vosotras este espíritu cuando vais y venís; que se vea siempre en vosotras ese espíritu de caridad, de humildad y de gran sencillez y que no andéis nunca con finuras. Si vivís con este espíritu ¡cuán feliz se sentirá la Caridad, qué bien la honraréis y cómo se multiplicará por todas partes!» (IX, 547).