De una carta de Adviento de G. Gregory Gay, C.M.,, ex Superior General.
Una aplicación práctica
Durante el Adviento, les invito, hermanos, a estar más en sintonía con la Palabra de Dios que la Iglesia nos presenta cada día. Todos sabemos que en este tiempo especial del año existe una riqueza en la Palabra de Dios que nos llama a todos a una conversión personal y comunitaria, dándonos al mismo tiempo la gracia de edificar a aquellos con quienes vivimos e invitándonos a ser instrumentos de la transformación de nuestro mundo. Les animo a que cada uno personalmente reflexione cada día sobre la Palabra de Dios. La experiencia de la lectio divina es una práctica fácil que todos conocemos y usamos. Podemos hacerlo de manera muy simple, quizás antes de irnos a descansar por la noche, leyendo la Palabra de Dios y viendo cuál es el tema común existente entre la primera lectura y el Evangelio. Reflexionando sobre esa Palabra, antes de dormir cada noche y de nuevo por la mañana al despertarnos, podríamos hacernos a nosotros mismos esta pregunta: “¿Qué me dice la Palabra de Dios en mi actual situación de vida?”.
Les animo a que durante el Adviento compartan la Palabra de Dios en comunidad. Quizás la forma más provechosa sea compartir juntos las lecturas del domingo. Una buena práctica podría ser reunirse durante una hora para escuchar la Palabra de Dios del domingo siguiente y luego compartir esa Palabra preguntándonos qué nos dice personalmente y qué nos dice como comunidad. Tras dedicar aproximadamente una hora a compartir la Palabra, podríamos dedicar algún tiempo al intercambio de experiencias ocurridas durante la semana. Riamos y gocemos en mutua compañía. Éste es un modo real de profundizar nuestra reflexión comunitaria sobre la Palabra de Dios y de vivir esa Palabra en comunidad.
También me gustaría animarles, hermanos, a reunirse durante el Adviento con la gente con quienes comparten el apostolado o a reunirse con otros grupos de la Familia Vicenciana para reflexionar juntos sobre algún tema que la Palabra de Dios subraya durante el Adviento. Estoy asombrado de cómo la gente fácilmente puede poner en relación la Palabra con sus propias situaciones de vida. Ésta es una hermosa experiencia de fe que ciertamente me edifica y que puede servirnos de desafío a todos nosotros. ¿Qué dice la Palabra de Dios sobre nuestra propia realidad? ¿Qué dice sobre nuestras situaciones de familia?; ¿qué dice sobre la vida de nuestro vecindario, de nuestro país o del mundo en el que vivimos? ¿Qué está diciendo la Palabra de Dios? ¿A qué nos está llamando Dios individualmente, como comunidad de fe o como miembros de la Familia Vicenciana? Como bien sabemos todos, con frecuencia somos evangelizados por aquellos a quienes estamos llamados a evangelizar. Reflexionemos en la Palabra de Dios para que, como Familia, nos desafíe a ser una voz profética para los pobres.
Éstas son algunas sugerencias que les ofrezco, hermanos, en este Adviento. La Palabra de Dios es rica en sí misma. Dejen que el Espíritu les hable y les conduzca individualmente, comunitariamente, unidos a la gente con quienes comparten su ministerio y unidos a la Familia Vicenciana.
Que María, siempre atenta a la Palabra de Dios, nos ayude a ser dóciles a la voz del Espíritu. Por su intercesión, pido al Señor que les bendiga y les llene a cada uno de ustedes, en Navidad y durante todo el Nuevo Año, de toda la alegría y la paz que Él viene a traernos.
Su hermano en San Vicente,
G. Gregory Gay, C.M.
Véase también la serie «Una lectura vicenciana de las lecturas dominicales»
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