EL ADVIENTO ES PACIENCIA. ES CÓMO DIOS HA HECHO DE NOSOTROS UN PUEBLO DE PROMESA, EN UN MUNDO DE IMPACIENCIA.
STANLEY HAUERWAS
El Adviento tiene algo de extraño. Es una estación en la que se vive entre lo que ya ha llegado y lo que está por llegar. Lo que se ha cumplido y lo que aún está por cumplirse. Es un tiempo de espera.
Vivimos con incertidumbre. Aunque podemos vivir nuestras vidas de acuerdo con rutinas, horarios de trabajo y calendarios apretados, lo desconocido está siempre en el trasfondo. Puede ser emocionante que nos sorprendan acontecimientos inesperados, o puede parecer amenazador o temible. En muchos sentidos, estamos en alerta permanente ante la realidad del cambio constante.
Al comienzo del Adviento, las Escrituras nos dicen que nos mantengamos despiertos y alerta en nuestra fe. ¿Por qué nos dice Jesús que nos mantengamos alerta en la fe? ¿Es porque quiere que estemos llenos de miedo, ansiosos o preocupados? En absoluto. Quiere que estemos alerta porque sabe lo fácil que es que el corazón humano se duerma. Si no tenemos cuidado, poco a poco nos dormiremos y nos alejaremos de la fe.
Las Escrituras hablan también desde la perspectiva de que vivimos en los llamados «últimos tiempos», a la espera de la segunda venida de Cristo. Esta realidad escatológica abarca el hecho de que, durante dos mil años, el Reino de Dios se ha ido desplegando constantemente y es muy real aquí y ahora. Millones y millones de personas han escuchado la buena nueva de Jesucristo, de modo que el Reino de Dios ha empezado a echar raíces lentamente. No estaríamos aquí si no hubiera sido así. No podemos olvidarnos de reconocer los signos del Reino que están ya presente entre nosotros. Se construye con las obras de nuestras manos, así como con los movimientos constantes del Espíritu Santo activo en el mundo.
Durante este tiempo de Adviento, nos proponemos muy claramente mantenernos fieles y ponerlo en práctica con sinceridad. Mantente alerta y despierto. Las promesas de Dios son muy reales. Podemos observar esta presencia a diario. La vemos en los demás, en nuestras acciones, en nuestras palabras, en nuestro testimonio, en nuestro vivir y en nuestro morir, y en la incertidumbre de cada día.
En la tradición cristiana, el Reino alcanzará su plenitud en la Segunda Venida de Jesús. Podemos centrarnos en ese acontecimiento futuro, aparentemente abstracto. Sin embargo, no pasemos por alto los signos del Reino que ya están presentes entre nosotros y las tareas que se nos han encomendado. Al emprender nuestro camino de Adviento, escuchemos y estemos atentos. Estemos despiertos a lo que Dios ya es y a lo que está por venir, para que podamos reconocer la presencia de Jesús entre nosotros y acogerlo en los demás.
De: Firewood for the soul, vol. 2, A Reflexion Book for the Whole Vincentian Family
Sociedad San Vicente de Paúl, Queensland, Australia.
Texto de: Samantha Hill y James Hodge.
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