¿Has estado en una conversación en la que alguien no te ha entendido? Yo sí.

Más veces de las que me gustaría admitir, he sido yo el que no ha entendido nada.

Desafortunadamente, cuanto más toca la conversación nuestras vidas, más rápida y acalorada se vuelve la conversación… especialmente cuando se trata de lo que significa ser seguidores de Cristo.

Conversaciones sobre lo que sentimos profundamente

El mes pasado, lo que puede ostentar el récord de la mayor y más larga conversación sostenida del mundo entró en su fase final.

En 2019, el Papa Francisco puso en marcha un proceso de tres años para explorar lo que está en la mente y el corazón de 1.300 millones de católicos. ¡La logística de una conversación así deja perpleja a la mente!

Pero lo que es único no es el tamaño. Ha establecido como pauta principal no sólo escucharnos unos a otros, sino también escuchar al Espíritu Santo en los puntos que podamos haber pasado por alto.

Cuando los primeros cristianos no entendían

Los judíos de la época de Cristo tenían problemas que la gente sentía profundamente.

Los saduceos insistían en una interpretación literal del texto de las Escrituras; los fariseos, en cambio, daban a la tradición oral igual autoridad que a la Palabra de Dios escrita.

Cada uno se creía superior al otro.

Jesús desafió a ambos a reconocer que ninguno de los dos bandos entendía realmente el Reino.

Aprender del Evangelio de Lucas

Lucas habla de profundas divisiones en las primeras generaciones de cristianos mientras lidiaban con sus sentimientos profundamente arraigados.

Los criados en el judaísmo no podían concebir la vida sin la circuncisión, las leyes dietéticas y una vida construida en torno al templo, y muchas formas de rituales y sacrificios. Los gentiles, por su parte, estaban desconcertados por la afirmación judía de que las costumbres judías formaban parte del mensaje de Jesús.

Las «guerras culturales» de la época de Lucas eran encarnizadas.

Lucas escribe como un pastor que intenta mantener unido a su rebaño. En su Evangelio, Lucas seleccionó material que señalaba las raíces judías de aquellos empapados desde su nacimiento en la cultura griega. Por otro lado, afirmaba la legitimidad del cristianismo gentil como el cumplimiento de lo que el pueblo judío anhelaba.

Pablo les recordó otra serie de valores profundamente arraigados.

«Cuando alguien dice: ‘Yo soy de Pablo’, y otro: ‘Yo soy de Apolo’, ¿no sois simplemente humanos? … Porque nosotros somos colaboradores de Dios; vosotros sois campo de Dios, edificio de Dios». 1 Corintios, capítulo 3.

Avance rápido hasta hoy…

Hoy en día, tenemos a aquellos que se aferran a una visión medieval tardía de la Iglesia, tal como se expresa en el lenguaje y la liturgia del Concilio de Trento. Otros parecen pensar que todo está en el aire.

Cada grupo siente profundamente los defectos del otro. Ninguno de los dos parece estar abierto al hecho como ellos mismos pierden el punto.

Una tendencia parece encajar en lo que en Alemania se denomina la «vía sinodal».

Otra tendencia se manifiesta en los extremos del tradicionalismo.

Jesús bien podría estar dirigiéndose a ambos cuando dijo: «¿Comprendéis lo que acabo de hacer? ¡Lavaos los pies unos a otros en memoria mía! En esto conocerán que sois mis discípulos».

El pueblo sabrá que sois mis seguidores por el respeto y la reverencia que os mostréis unos a otros.

El papa Francisco se ha esforzado en mostrar cómo las decisiones del Vaticano II desafían tanto a los liberales como a los conservadores, herederos de las tendencias de los fariseos y los saduceos.

Si tienes alguna duda, te invito a que vayas más allá de las declaraciones de los medios de comunicación sobre el papa Francisco.

Por ejemplo, en sus principales escritos, se esmera en conectar los puntos entre la tradición evangélica y nuestra aún creciente comprensión del Padre Nuestro y la Eucaristía, trascendiendo la comprensión incompleta y las diferencias entre facciones.

¿Puedes admitir que hay puntos que se te escapan?

Publicado originalmente en Vincentian Mindwalk