Después de algunas peripecias, al poco tiempo de llegar Federico a París, con 18 años, termina alojándose en casa de Andrés María Ampère, famosísimo científico, que vive en la calle Fossés-Saint Victor 19. Federico se alojó en el cuarto del hijo, Juan Santiago Ampère, que a la sazón estaba estudiando en Alemania. Ampère, firme católico, fue como un segundo padre para Federico.
El Sr. Ampère le decía a Ozanam: “¡Cuán grande es Dios, Federico! ¡Cuán ignorantes nosotros!”
Cuenta Federico que, un día que se encontraba angustiado, entró a la cercana parroquia y vio a lo lejos, arrodillado rezando el Rosario, al mismísimo Ampère. No le dijo nada y se retiró muy conmovido. Dice Ozanam: “Ampère arrodillado ante el mismo altar ante el que se arrodillaban Pascal y Descartes, al lado de una pobre viuda y un niño, igual de humildes que él…” Recuerda Ozanam, asímismo, cómo Descartes, católico ferviente, “agitado por sus ideas que harán cambiar el rumbo de la Filosofía, salió de peregrinación a Nuestra Señora de Liesse en Reims, para obtener la gracia de no engañar al género humano”.
Autor: Juan Manuel Gómez,
vicepresidente de la SSVP en España.
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