A Federico no le hicieron falta los medios audiovisuales modernos (que hoy nos parecen imprescindibles) para aprender idiomas. Él, a los 17 años, ya sabía latín, griego, se iniciaba con el sánscrito y el hebreo —para poder traducir del original—, y estudiaba alemán e italiano. Para cuando termina la carrera de Letras, sabe suficiente inglés y un poco de español. También se le daba bien el dibujo. Estudió también astronomía y geología.
Siendo estudiante de bachiller, ya traduce libros sobre mitologías orientales y sobre los orígenes del lenguaje. Por ejemplo: sobre los “sistemas filosóficos hindúes”, sobre “las creencias religiosas en China”, “las doctrinas religiosas de la India en la época de las Leyes de Manu”, sobre gramática, sobre filosofía del lenguaje…
Curiosa es la carta que, con 19 años, le escribe a su pariente Falconett: «He acabado de traducir del alemán un curioso opúsculo de Bergmann que escribió sobre la religión en el Tibet». Le dice asimismo, que ha comenzado la versión francesa de un libro tibetano que él tradujo al alemán: «se trata de una génesis, un sistema cosmogónico donde se hallan fuertemente impresas todas las huellas de la revelación”. Creo que se refiere a un libro de Benjamin Bergmann, coetáneo suyo, títulado “Una exposición del sistema religioso tibetano-mongol”.
Autor: Juan Manuel Gómez,
vicepresidente de la SSVP en España.
¿Tienes alguna anécdota de la Familia Vicenciana que quieras compartir con nosotros?
Envíanosla rellenando este formulario:
0 comentarios