Jesús da a conocer que Dios nos llama a todos a su reino. Nos enseña también Jesús a revestirnos de él, para que seamos de los escogidos.
La parábola de hoy deja claro que hemos de quitarnos la ropa ordinaria y revestirnos de modo debido. El vestido debido es decisivo; éste aparta a los pocos escogidos de los muchos llamados.
Queda claro también que «muchos» quiere decir «todos». Pues la llamada es para todos, malos y buenos, a los que hallen en los caminos los criados. Es que Dios quiere que todos se salven.
Y esto no deja de dar a conocer que la llamada y los dones de Dios no se pueden frustrar. Podemos rechazar su llamada y faltar de respeto a su Hijo. Pero Dios halla las formas y los medios para que se acepte su llamada y se repartan sus dones.
Los sumos sacerdotes, sí, y los ancianos del pueblo, los líderes del culto, se resisten a la llamada de Dios. Y no reciben a su Hijo. Mas el caerse ellos sirve para que los tenidos en poco por ellos se salven. Para que se salven, sí, los pequeños a los que les da a conocer el Padre lo que oculta a los sabios y entendidos.
El vestido debido del que hemos de revestirnos
No, no cabe duda de que el vestido digno del reino de Dios es, en esencia, el ser humilde. Revestirnos de humildad es revestirnos también de compasión, bondad, mansedumbre y paciencia. Es decir, la humildad hace nacer en el alma todas las virtudes (SV.ES XI:494). Y nos tenemos que tratar los unos a los otros con humildad.
En otras palabras, lo irónico es que revestirnos de forma digna del reino de Dios quiere decir despojarnos de nuestros vestidos. Al igual que Jesús. Él, a pesar de su condición divina, no hace alarde de su categoría de Dios. Más bien, se despoja de su rango y toma la condición de esclavo, y pasa por uno de tantos. Y así, actúa como todo hombre y se humilla hasta someterse a la muerte, y una muerte de cruz. Hasta, sí, entregar su cuerpo y derramar su sangre por todos. Se despoja de todo lo que es él y tiene. Pues se fía él de Dios que provee a todas sus necesidades con magnificencia.
¿Logramos revestirnos de Jesucristo? O, ¿es que ansiamos el poder, el dinero y la gloria, y buscamos suprimir, perseguir y oprimir a los demás?
Señor Jesús, concédenos revestirnos de ti de verdad. No dejes que nos jactemos, sino temamos más bien, mientras nos damos cuenta de que si Dios no perdona a las ramas naturales, quizá no perdonará tampoco a las ramas injertadas.
15 Octubre 2023
28º Domingo de T.O. (A)
Is 25, 6-10a; Fil 4, 12-14. 19-20; Mt 22, 1-14
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