«Por lo que a mí se refiere, no sé, pero me parece que Dios me ha dado un aprecio tan grande de la sencillez, que la llamo mi Evangelio. Siento una especial devoción y consuelo al decir las cosas como son» (IX, 546).
«Todo el mundo ama a los sencillos, a la gente cándida que no entiende de finuras ni de etiquetas, que obra bien y habla con sinceridad, de modo que todo lo que dice responde a lo que lleva en su corazón» (XI, 462).
«La sencillez nos hace ir derechos a Dios y derechos a la verdad, sin ostentación, sin rodeos, ni disimulos y sin ninguna atención al propio interés, ni respeto humano» (XI 462).
Vicente de Paúl
Reflexión:
- Me he atrevido a titular esta reflexión con un “Cuatro+Uno”, recogiendo la primera de las frases de estos textos: “Dios me ha dado un aprecio tan grande de la sencillez, que la llamo mi Evangelio”. Añado el +4 porque es de suponer que, al margen de literaturas, no renuncia el sr. Vicente a los cuatro canónicos. Importante (suma importancia) debía ser el aprecio por la virtud de la sencillez (demostrada por la ingente cantidad de citas referentes a la misma).
- “Decir lo que se lleva en el corazón”… ¡Se las trae la frasecita! ¿Es el corazón el contenedor de las “verdades”?… ¿No nos traiciona un día sí y otro también?… ¿Dónde está el truco?… Posiblemente en la convicción que tiene el sr. Vicente de que un corazón “despojado de influencias” atesora lo más propio de cada persona. No está nada mal teniendo en cuenta la antropología y filosofía del momento. Posiblemente, en nuestros días, habría que modernizar el concepto asumiendo la “esencialidad” de las circunstancias.
- Una aclaración a todo ello nos la da, a mi modo de ver, en el texto IX, 462: «Todo el mundo ama a los sencillos, a la gente cándida que no entiende de finuras ni de etiquetas, que obra bien y habla con sinceridad, de modo que todo lo que dice responde a lo que lleva en su corazón«, es decir, un corazón eximido de finuras y etiquetas y adornado de sinceridad. La clave, por tanto, está en la sinceridad que equivale, en este contexto, a la candidez (cuyo significado descontextualizado es claramente peyorativo).
- Lo mismo podemos decir del texto último: “La sencillez nos hace ir derechos a Dios y derechos a la verdad, sin ostentación, sin rodeos, ni disimulos y sin ninguna atención al propio interés, ni respeto humano» que añade las últimas connotaciones: “sin ninguna atención al propio interés ni respeto humano”. La sencillez, por tanto, piensa en los demás al mismo tiempo que se siente libre para expresar lo que piensa. Y, sin duda, esta cuestión es sumamente aceptada por aquellos que buscan la verdad. ¡Habrá que ver las reacciones de quienes buscan en el amigo la autosuficiencia!
Cuestiones para el diálogo:
- ¿Tenemos el corazón suficientemente libre de prejuicios para enfocar la verdad?
- ¿Hasta qué punto vivimos mediatizados por lo “políticamente correcto”?
- ¿Podemos decir de nuestras comunidades lo mismo?
- ¿Hay o se mantiene alguna práctica de la llamada “corrección fraterna”?
- ¿Reflejan esta realidad nuestros “Proyectos Comunitarios?
Mitxel Olabuenaga, C.M.
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