Hace casi diez años, el papa Francisco expresó a los jóvenes sus esperanzas para la Jornada Mundial de la Juventud. La gente recuerda la frase… «hagan lío».
Hoy muchos, tanto de izquierdas como de derechas, dicen que él mismo la ha liado.
¿Qué les dijo a los jóvenes? ¿Ha «hecho lío» él mismo? ¿Será un lío la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa, Portugal, del 25 de julio al 6 de agosto?
¿Qué quiso decir el papa Francisco?
Pocos meses después de ser elegido papa, se dirigió a los jóvenes argentinos reunidos en la Catedral Metropolitana de San Sebastián. Les dijo que hicieran lío.
He aquí la cita en su contexto:
“Quisiera decir una cosa: ¿qué es lo que espero como consecuencia de la Jornada de la Juventud? Espero lío. Que acá adentro va a haber lío, va a haber. Que acá en Río va a haber lío, va a haber. Pero quiero lío en las diócesis, quiero que se salga afuera… Quiero que la Iglesia salga a la calle, quiero que nos defendamos de todo lo que sea mundanidad, de lo que sea instalación, de lo que sea comodidad, de lo que sea clericalismo, de lo que sea estar encerrados en nosotros mismos.
Hablaba del clericalismo, de lo mundano, de encerrarnos en nosotros mismos, en nuestras parroquias, escuelas o estructuras. Porque éstas tienen que cambiar.
Así que es importante tener en cuenta que con «hacer lío», el papa Francisco no se refería a crear el caos o promover el comportamiento imprudente asociado con las reuniones de playa de verano en los Estados Unidos.
Por el contrario, estaba animando a los jóvenes a sacudir las cosas, desafiar el statu quo y llevar el espíritu de la Iglesia a sus comunidades.
Quería que vivieran su fe de forma activa y apasionada, comprometiéndose con el mundo y realizando cambios positivos.
¿Se ha hecho un lío el propio papa Francisco?
A lo largo de los años, muchos críticos han argumentado, con cierta ironía, que el papa Francisco, durante gran parte de su papado, ha seguido sus propios consejos. Ha hecho «lío» con su ambigüedad en asuntos como la comunión para los divorciados y vueltos a casar o en cualquier otro asunto, mientras que sus admiradores han defendido este estilo de «salir a la calle» como una apertura necesaria para llevar a la Iglesia al siglo XXI.
Parece que ninguno de los dos grupos considera que el Vaticano II sea relevante hoy en día.
La Jornada Mundial de la Juventud como experiencia de catolicidad
Adolescentes y jóvenes de todo el mundo se reunirán en Lisboa del 25 de julio al 6 de agosto para celebrar la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).
Jóvenes de orígenes muy diversos se reunirán para celebraciones, momentos de oración y catequesis, mientras descubren la Iglesia y la hospitalidad en el país anfitrión. Todas estas son oportunidades para descubrir una Iglesia que es mucho más hermosa, rica y diversa en sus formas de vivir la fe, celebrar y servir que lo que normalmente podemos experimentar en los lugares que solemos frecuentar.
El impacto de las Jornadas Mundiales de la Juventud
A lo largo de los años, la JMJ ha sido para muchos jóvenes un lugar en el que descubrir o profundizar su llamada personal a seguir a Cristo sirviendo a la Iglesia. En una época marcada por la tentación de cerrarse y replegarse en sus propios grupitos, incluso dentro de la Iglesia, la JMJ tiene un significado profético.
Al abrir una puerta a la fe universal y dar testimonio de la posibilidad de la fraternidad más allá de las fronteras, la Jornada Mundial de la Juventud ayuda en última instancia a toda la Iglesia —y no sólo a los jóvenes— a abrirse más al encuentro y al diálogo. En pocas palabras, a ser más católica.
Anima a los jóvenes a sacudir las cosas, a desafiar el statu quo y a llevar el espíritu de la Iglesia a sus comunidades.
¿Es éste el tipo de lío que cada uno de nosotros debería adoptar?
Publicado originalmente en Vincentian Mindwalk
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