«Otra cosa en la que debe poner una atención especial es sentirse siempre dependiente de la conducta del Hijo de Dios; y que cuando tenga que actuar, haga esta reflexión: «¿Es esto conforme con las máximas del Hijo de Dios?». Si así lo cree, diga: «Entonces, bien, hagámoslo»; por el contrario, si no lo es, diga; “No lo haré». Además, cuando se trate de hacer alguna nueva obra, dígale al Hijo de Dios: «Señor, si tú estuvieras en este lugar, ¿qué harías en esta ocasión? ¿cómo instruirías a este hijo? ¿cómo consolarías a este enfermo de espíritu?»». (XI, 239-240).
Vicente de Paúl
Reflexión:
- No es la primera vez (ni será la última) que el señor Vicente apuesta claramente por el “sometimiento” total a la voluntad o conducta de Jesucristo. Sometimiento en el pensar, sometimiento en el actuar, sometimiento en el crear. Pensamiento heredado de la mística dominante en aquel momento un tanto alejada de la “Imitación de Cristo” (de la que no estaba tan distante el sr. Vicente y a la que se aferra en otras circunstancias).
- Como es frecuente la “recomendación” está orientada, en esta ocasión, al “actuar” (y no tanto al “pensar” o al “ser”): “actuar siempre dependiente de la conducta del Hijo de Dios”. ¿Y cómo hacerlo?… Preguntándonos permanentemente si lo que pretendemos es “conforme a las máximas del Hijo de Dios”. Hasta aquí la cosa es asumible… Seguramente que el destinatario del “consejo” se preguntaría de inmediato por el término de la comparación.
- No se lo pone fácil el sr. Vicente pues simplemente le indica la solución final: “Si así lo cree, diga: «Entonces, bien, hagámoslo»; por el contrario, si no lo es, diga; “No lo haré». Al final, la responsabilidad de la decisión recae (¡no podía ser menos!) sobre la persona. Que sí lo practicaba el mismo Vicente está atestiguado en su vida lo cual, en ocasiones, le llevaba a retrasar determinadas decisiones para lo que aplicaba ceñudamente lo que señala a final del texto: “cuando se trate de hacer alguna nueva obra, dígale al Hijo de Dios: «Señor, si tú estuvieras en este lugar, ¿qué harías en esta ocasión? ¿cómo instruirías a este hijo? ¿cómo consolarías a este enfermo de espíritu?”.
- No sorprende el añadido final, muy en línea con su actuar catequético, enseñante: “¿qué harías en esta ocasión? ¿cómo instruirías a este hijo? ¿cómo consolarías a este enfermo de espíritu?». Hacer, instruir, consolar… tres verbos que resumen la actividad a la que se dedicó el sr. Vicente muy en línea con la Misión del mismo Hijo de Dios. Subrayo la primera de las acciones “qué hacer en esta ocasión” por cuanto la circunstancia (“en esta ocasión”) se convierte en elemento clave en el actuar. El matiz obliga, en cada caso, a analizar la situación con todo detenimiento haciendo posible que en unos casos se acepte una obra y en otras no. El ejemplo de sus fundaciones lo avala.
Cuestiones para el diálogo:
- ¿Dónde tenemos nuestros puntos de salida en el actuar?
- ¿Qué significa para una Comunidad “sentirse dependientes de la conducta del Hijo de Dios?”
- ¿Hasta qué punto nuestras obras son reflejo de la voluntad de Dios?
- ¿Mostramos la misma paciencia a la hora de abrir una obra que a la hora cerrarla?
- ¿Qué criterios empleamos cuando se trata de iniciar una obra?
Mitxel Olabuenaga, C.M.
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