En mayo de 1629, tras años de espera, Luisa de Marillac fue por fin invitada por Vicente de Paúl a colaborar en sus ministerios. Le confió la tarea de revitalizar y reorganizar las Cofradías de la Caridad, las primeras Damas de la Caridad, que estaban diseminadas por los campos de Francia. Vicente escribe a Luisa simplemente: «El R. P. de Gondi me ordena que vaya a verle a Montmirail en diligencia. […] ¿Le dice su corazón que venga, señorita?»¹. Así comenzaron los acontecimientos que cambiaron la vida de Luisa durante los 35 años siguientes. El impacto continúa sintiéndose hoy en la Familia Vicenciana.

Una vez que Luisa comenzó este ministerio, aprendió rápidamente las dificultades que experimentaban las organizaciones caritativas. Utilizó estrategias sabias y eficaces para acompañarlas. Cuando llegaba a una ciudad, Luisa reunía a todos los miembros de la Cofradía y escuchaba atentamente el informe de su trabajo y de sus dificultades. Haciendo preguntas concretas y directas, mejoraba su conocimiento de la situación. Entonces estaba lista para comenzar su reorganización creativa e innovadora. Luisa siempre empezaba elogiando las cosas buenas que realizaban. Sólo entonces ofrecía correcciones. A continuación, se centraba en los problemas concretos. No contenta con hacer recomendaciones a los miembros de las Cofradías, Luisa opta por demostrarlo poniendo en práctica sus sugerencias, es decir, asumiendo durante unos días las funciones de la Superiora/Presidenta, luego las de la Tesorera y, por último, las de la persona que visita a los enfermos. A través de tareas prácticas y sencillas, es decir, proporcionando comida, dando ropa y medicamentos según las necesidades y brindando hospitalidad, Luisa se implicaba en los esfuerzos cotidianos de las mujeres. De esta manera, todas tenían un ejemplo vivo para su ministerio, ya que Luisa servía de modelo para ver a Cristo en los rostros de aquellos a quienes servía.

Luisa con niños

Luisa y las Damas

Luisa también mostró un sincero interés por la educación de los niños. En los lugares donde ya había una maestra, Luisa apoyaba su trabajo y le daba ideas y formas de mejorar sus lecciones. Donde no había maestra, Luisa escogía a una de las jóvenes más animadas y la preparaba cuidadosamente para que pudiera realizar este servicio especialmente importante.

Durante estas visitas a las Caridades, Luisa descubrió la importancia de trabajar en estrecha colaboración con el párroco y el obispo. Para que la Cofradía de la Caridad funcionase sin problemas y para que el servicio a las personas que viven en la pobreza fuera beneficioso, era vital que el párroco esté incluido, a bordo y lo apoye. En general, Luisa animó a las damas a llevar una vida más santa con un compromiso más profundo con la llamada y la misión que Dios les había dado.

Como seguimiento, Luisa informaba a Vicente, con todo lujo de detalles, de todas las dificultades encontradas y sugería soluciones, esperando su aprobación. En 1630, Vicente le escribió elogiándola y advirtiéndola con estas palabras: «Alabo a Dios de que tenga salud para las sesenta personas, por cuya salvación tiene que trabajar; pero le ruego me comunique exactamente si sus pulmones no se molestan de tanto hablar, ni su cabeza de tanta confusión y ruido».² Estaba preocupado. Luisa siguió adelante.

Reflexión: ¿Qué nos enseña el estilo de liderazgo de Luisa para hoy, para nuestro ministerio como Damas?

Referencias:

1. SVP ES I, 135.
2. ibid, 137.

«Cómo Santa Luisa revitalizó y organizó las Cofradías de la Caridad» https://famvin.org/es/2022/08/18/como-santa-luisa-revitalizo-y-organizo-las-cofradias-de-la-caridad/

Brejon de Lavergnée, Matthieu, The Streets as a Cloister, History of the Daughters of Charity, 2020.

Carol Schumer, H.C.
Fuente: Damas de la Caridad de los Estados Unidos de América, Servicette, Vol 63, No. 2, Invierno 2023