He sido testigo de algunos cambios sorprendentes y positivos en Norteamérica y en el mundo en los últimos 60 años. Viviendo en Canadá, sólo vimos el movimiento por los derechos civiles desde lejos, aunque tuvimos nuestra propia forma de prejuicio racial más sutil. Afortunadamente, nunca estuvo tan arraigado en nuestras estructuras políticas, de vivienda y educativas como en Estados Unidos.

Recuerdo haber leído sobre las experiencias de Fergie Jenkins, uno de nuestros grandes jugadores de béisbol canadienses, que viajó por el sur de EE.UU. durante su carrera en las ligas menores, que, siendo afroamericano, sufrió el flagrante racismo en relación con las comidas y los hoteles.

Sí, hemos avanzado mucho desde aquellos días y, sin embargo, seguimos teniendo ejemplos de ese odio hacia otros ciudadanos, que se basa en el color de la piel, la religión o la identidad de género de una persona. Somos muchos los que seguimos diciendo que no somos racistas en modo alguno y que apoyamos la igualdad para todos. Debo cuestionar a quienes piensan así para asegurarme de que son conscientes de cuestiones como el privilegio blanco y los prejuicios y el racismo inconscientes. Sólo sabemos lo que sabemos, cuando deberíamos buscar un conocimiento y una comprensión plenos de estas cuestiones.

Nuestro mundo sigue evolucionando de muchas formas positivas, ya sea en mejoras técnicas que mejoran nuestra forma de vida o en nuestra propia forma de pensar sobre cuestiones importantes como la diversidad, la equidad y la inclusión. Hay muchos recursos a los que podemos acceder con sólo tocar la pantalla de un ordenador o un smartphone. Aunque resulte doloroso conocer gran parte de nuestro pasado, es un componente esencial de nuestro crecimiento y evolución como seres humanos. Si somos capaces de mantener como objetivo principal el «bien común» de toda la humanidad, todos podremos marcar una diferencia, grande o pequeña, que contribuya a un mundo mejor para nosotros y nuestras familias.

Por favor, comparta sus reflexiones sobre estos temas con todos.

También le invitamos a unirse a nuestra página de Facebook.

Sobre el autor:

Jim Paddon vive en Londres, Ontario (Canadá) y es un vicentino canadiense. Está casado con su querida esposa Pat y tienen seis hijas y once nietos. Jim es miembro de la Sociedad desde los años 70.

«Reconozco con todo respeto los territorios tradicionales y no otorgados de los Pueblos Indígenas, incluidas las Primeras Naciones, los Metis y los Inuit, en cuyas tierras nos reunimos, trabajamos y vivimos».