La cita de hoy:
Lo dice san Bernardo: «En los caminos de Dios, no avanzar y permanecer siempre en el mismo estado, es retroceder». Como sabéis muy bien, hermanas mías, el río tiene su corriente y los barcos que siguen esa corriente, aun cuando no trabajen, siguen avanzando, porque el río los arrastra consigo. Pero si hay que dirigir el barco contra la corriente, como por ejemplo si se quisiera llevar un barco de aquí a Charenton, se necesitan tiros o remos para ayudar a que camine el barco. Si se deja de trabajar, se vuelve enseguida para atrás; si no se tienen continuamente los remos en la mano, el barco vuelve al lugar de donde partió. Pues mirad, lo mismo pasa con la vida de los hombres que han salido de la masa corrompida del mundo para servir a Dios. Es una vida que no va según la naturaleza, porque la naturaleza se inclina a poseer cosas hermosas; la naturaleza pide ser estimada y alabada. Seguir la naturaleza es ir hacia abajo. Por eso no cuesta ningún esfuerzo, dado que es como la corriente de agua que nos inclina a esas cosas. La religión católica quiere cosas totalmente contrarias a la naturaleza; inclina a las cosas del cielo, a la práctica de la virtud. La naturaleza me dice que mire las cosas de la tierra, que siga mis pasiones, que busque mis placeres; pero la razón me dice todo lo contrario: «Conque tú me quieres arrastrar detrás de ti y llevarme a seguir mis apetitos, entregándome a ellos con toda complacencia… ¡Pues no será así! Es menester que me mortifique y que renuncie a mis satisfacciones».
Vicente de Paúl (SVP ES IX-2, p. 844-845), Sobre la obligación de trabajar en la perfección, 6 de enero de 1657.
Para pensar:
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