Jesús nos manifiesta su gloria y su compasión. Esa epifanía da a conocer que ya ha llegado la hora de trastornar lo establecido.
Se presentan en Jerusalén unos magos de Oriente. Y la pregunta que hacen resulta subversiva. Es que el rey Herodes, al saber de ella, se inquieta, y todo Jerusalén con él. El rey la toma por mal augurio de que pronto se le va a trastornar el statu quo.
De hecho, el rey de los judíos que ha nacido logra, antes que los magos, trastornar lo normal. Ya rompe esquemas al nacer. Pues no nace en un palacio real, sino en un albergue para los animales y los pastores cuando el tiempo es malo. Lo hallan luego en una casa no más con su madre María. No hay allí ni un siervo que le atienda.
Con todo, los magos caen de rodillas y dan culto al niño Jesús. Abren, entonces, sus cofres y le dan regalos de oro, incienso y mirra.
Si fuéramos los magos, ¿haríamos lo que ellos? ¿No nos dejaría desilusionados el ambiente sencillo? ¿Lo creeríamos no cierto que la estrella le señalara al niño Jesús? Y, en primer lugar, ¿cuál sería la posibilidad de que no dejásemos de buscar al ponerse duras las cosas? Nos atreveríamos decir también la verdad de modo abierto? ¿Aunque creyesen no pocos que comenzaríamos a trastornar los acuerdos de paz que dictan los que están en el poder?
Trastornar lo establecido para que esté boca abajo
Desde luego, más pide Jesús de los llamados por él a que le sigan y sean miembros de su cuerpo. Han de trastornar la sociedad para que esté boca abajo. Para los discípulos, ser pequeño quiere decir ser grande, ser pobre es ser bienaventurado, perder es ganar, ser perseguido quiere decir ser dichoso. No solo traen la paz, sino la división también; participan en el ser signo de contradicción de Jesús.
No está de más preguntar también, por lo tanto: «Estaríamos alegres, al igual que los apóstoles, por vernos dignos de sufrir prisiones, azotes y afrentas por causa del nombre de Jesús». Y si se nos llevara a la corte y se nos acusara de trastornar el orden público por contagiar las paradojas de Jesús a los demás, ¿habría pruebas en contra de nosotros?
Señor Jesús, haz que tu Iglesia sea pobre y sencilla de forma luminosa y radiante, para que pueda ella trastornar el orden social, en el que reina el hambre de riqueza y de poder. Déjanos seguirte hasta entregar nuestros cuerpos y derramar nuestra sangre, para que podamos también vivir y morir en el servicio de los pobres y así ser dichosos (SV.ES III:359). Guía nuestros pasos «por otro camino».
8 Enero 2023
Epifanía del Señor
Is 60, 1-6; Ef 3, 2-3a. 5-6; Mt 2, 1-12
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