¿Buscas un modelo donde encontrar inspiración para tus propósitos de Año Nuevo? Quién mejor que santa Isabel Ana Seton, la primera santa nacida en Estados Unidos, cuya festividad se celebra el 4 de enero. Superó los mismos obstáculos que nosotros afrontamos en nuestras vidas. Es más fácil emular a un amigo con el que nos identificamos.
Al comienzo de un nuevo año es una buena práctica hacer balance de los éxitos y fracasos de los doce meses anteriores y proponerse hacerlo mejor, pero también es un buen momento para examinar qué tipo de pensamiento hemos tenido, si ha sido un «pensamiento viciado», improductivo y negativo, o si ha estado basado en la realidad pero decididamente positivo. Al fin y al cabo, nuestra forma de pensar influye profundamente en nuestra manera de movernos por la vida, para bien o para mal, «en todo lo que hemos hecho, en todo lo que hemos dejado de hacer».
También es un buen momento para considerar quién nos ha ido acompañando, tanto física como mental y espiritualmente, y si esas relaciones han sido beneficiosas o perjudiciales para nosotros, y cuáles deberíamos tratar de frecuentar más o con menos frecuencia, si es que lo hacemos.
Podemos darnos cuenta de que algunos de nuestros conocidos nos han arrastrado hacia hábitos negativos fáciles (como el cotilleo o el cinismo), mientras que otros nos han animado hacia los hábitos más difíciles de la caridad. Quizá algunas personas a las que seguimos en las redes sociales han sido una fuente fiable de inspiración, mientras que otras parecen sacar lo peor de nosotros. Si nuestro objetivo es mejorar, haríamos bien en dedicar menos tiempo y atención a los primeros y más a los segundos.
Esto no significa necesariamente «renunciar» a los que a veces nos llevan por mal camino; significa dedicar más tiempo y atención a las influencias positivas, y utilizar lo que nos pueden aportar para ampliar nuestro propio crecimiento espiritual y personal, hasta el punto de convertirnos en influencias buenas e inspiradoras para los demás, incluso para aquellos de los que hemos tenido que alejarnos para mejorar nosotros mismos.
A la luz de todo esto, parece especialmente fortuito que la fiesta de santa Isabel Ana Seton se celebre el 4 de enero, cuando todavía estamos reflexionando sobre estas cosas y buscando formas de superación personal, porque muchos aspectos de su vida se identifican fácilmente con la nuestra, y una amiga con la que nos identificamos es una amiga de la que estaremos más dispuestos a aprender y emular.
¿En qué medida puede relacionarse santa Isabel Ana con nuestras vidas y nuestro tiempo? Bueno, es una mujer cuya vida la llevó de la riqueza a la pobreza, de un matrimonio pleno y feliz a una viudedad siendo muy joven. De un mundo lleno de conexiones sociales —habría sido una gran atracción en Facebook y Twitter— al rechazo social. De niña vivió a disgusto en una problemática «familia mixta», antes de que tales cosas fueran comunes, y allí sufrió lo suficiente como para contemplar la posibilidad de tomar una sobredosis de opiáceos (láudano) para escapar.
Antes de convertirse en la madre espiritual de muchos, fue madre viuda de cinco hijos y luchó por encontrar un trabajo respetable para mantenerlos. Crió a sus hijos con gran alegría, pero lloró a los dos pequeños que tuvo que enterrar.
Bautizada en la tradición anglicana, la relación de Isabel con Dios se forjó en su juventud, sus oraciones se basaban en las Escrituras y su inclinación por la lectio divina. Sus encuentros con la Palabra generaron un hambre por la Palabra hecha carne, y el fervor por la Presencia Real la llevó a la plena comunión con la Iglesia católica.
Su hábito de ver la mano de la Providencia en todas las cosas hizo que el posterior rechazo de su familia pareciera un giro soportable dentro de los fiables planes de Dios: «Si [algo] tiene éxito, bendigo a Dios; si no tiene éxito… bendigo a Dios, porque entonces será justo que las cosas no tengan éxito».
Además de todo esto, santa Isabel Ana fue una innovadora educativa que, a través de la fundación de las Hermanas de la Caridad de San José en 1808, influyó profundamente en la educación elemental católica en América en una época en la que los católicos no siempre eran vistos con buenos ojos. Su comunidad religiosa, fundada sobre las enseñanzas espirituales de san Vicente de Paúl y santa Luisa de Marillac, creó escuelas, colegios, hospitales y orfanatos, dando siempre preferencia a los pobres y desfavorecidos. Su vida y su obra le depararon un sinfín de obstáculos, pero la intimidad de la Madre Seton con la Providencia le dio la fuerza espiritual para superarlos. «Mi Dios sabe lo que hace», decía.
Este mes de enero, la mayoría de nosotros nos propondremos hacer algo parecido a:
- Confiar más en Dios y encontrarlo en todas las cosas.
- Profundizar en nuestros hábitos de oración.
- Discernir activamente los impulsos de Dios y responder sin miedo.
Es una agenda espiritualmente ambiciosa, pero en la que podemos avanzar de verdad, si tenemos la compañía adecuada que nos dé buen ejemplo y rece por nuestras intenciones. Santa Isabel Ana tiene algo que enseñarnos en todos estos frentes, empezando por esta oración casi perfecta:
¡Oh Dios mío! Perdona lo que he sido, corrige lo que soy y dirige lo que seré.
En cuanto a cómo puede ayudarnos con el resto de nuestra agenda:
- «Todo es soledad donde tú no estás, y donde tú estás hay plenitud de alegría».
- «Dios está en todas partes: en el trono de su gloria y entre los bienaventurados, pero también en todo el Universo que llena, gobierna y conserva, rigiéndolo con su sabiduría y su poder… tan infinitamente presente para nosotros que está en cada parte de nuestra vida y de nuestro ser».
- «Dios me ha dado mucho que hacer, y siempre tengo, y espero siempre, preferir su Voluntad a todo deseo mío.»
- «Como los pájaros al cambiar de lugar encuentran el aire dondequiera que vuelen, y los peces que viven en el agua están rodeados de su elemento dondequiera que naden, así dondequiera que vayamos, debemos encontrar a Dios en todas partes.»
- «Debemos orar sin cesar, en cada acontecimiento y ocupación de nuestras vidas; esa oración que es más bien un hábito de elevar el corazón a Dios como en una comunicación constante con Él.»
La mayoría de los católicos conocen poco de la Madre Seton, más allá de su papel como fundadora de una orden religiosa y educadora, pero las circunstancias de su propia vida la convierten en una compañera espiritual con cuyo ejemplo podemos identificarnos en muchos niveles diferentes; ella puede entender nuestros clamores de oración intercesora de una manera única dentro de la Comunión de los Santos.
Quienquiera que seas y lo que sea que estés experimentando actualmente en la vida —un matrimonio feliz, una familia micta, la tentación de automedicarse (o la adicción de un ser querido), un sentido incompleto de la fe, o el dolor, o problemas sociales financieros o desafíos en el trabajo y en casa—, santa Isabel Ana Seton ha pasado por eso, ha hecho eso, y tiene la aureola de santidad. Al embarcarnos en la aventura de un nuevo año, que ella sea nuestra compañera.
ELIZABETH SCALIA es la galardonada autora de Strange Gods, Unmasking the Idols in Everyday Life (Dioses extraños, desenmascarando a los ídolos de la vida cotidiana) y Little Sins Mean a Lot: Kicking Our Bad Habits Before They Kick You (Los pequeños pecados implican mucho: dejar nuestros malos hábitos antes de que nos hagan daño).
Fuente: https://setonshrine.org/
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