Recuerdo perfectamente la conmoción que causó el anuncio por parte de Christian Barnard, en 1967, del primer trasplante de corazón humano exitoso. Recién ordenado, me uní a la gente de todo el mundo que se alegraba de este milagro. Desde entonces se han realizado unos 3.500 trasplantes de corazón. Sin embargo, el riesgo de «rechazo» final del nuevo corazón sigue siendo alto.
En los más de cincuenta años transcurridos desde entonces, he pensado ocasionalmente en lo que algunos podrían llamar un trasplante de corazón espiritual.
Los trasplantes de corazón espirituales no son nuevos
1. La promesa de un trasplante de corazón espiritual, con más de 2.500 años de antigüedad, es una de las promesas más conocidas y esperadas en Israel.
«Os daré un corazón nuevo, y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros. Y quitaré el corazón de piedra de vuestra carne y os daré un corazón de carne». (Ezequiel 36,26)
2. A principios de esta semana leí sobre la conversión de Pablo como un «trasplante de identidad»
«La transformación de Pablo implicó un ‘trasplante de identidad’: su antigua identidad fue reemplazada por una nueva identidad ‘en Cristo’ … Tenemos en mente una analogía con el trasplante de corazón de la medicina moderna, en el que un corazón viejo es reemplazado por uno nuevo. En el caso de Pablo, su espíritu —del antiguo Pablo— había sido sustituido por el Espíritu de Cristo».
Hoy me he conmovido en la celebración eucarística la fiesta de San Óscar Romero.
Muchos recuerdan cómo la película «Romero» dramatizó su conversión. Su inacción había sido vista desde el principio como un apoyo a un régimen opresivo. El asesinato de su íntimo amigo Rutilio Grande parece haber sido el catalizador de un «cambio de corazón» que le costó la vida.
«Los cristianos no nos hemos asimilado del todo a Jesucristo. Divorciamos la fe de la vida (nos contentamos con predicar la fe o celebrarla litúrgicamente, pero no ponemos en práctica el amor y la justicia). Una iglesia de Pascua… debería ser una iglesia de conversión, de una vuelta fundamental a Cristo, cuyo espejo deberíamos ser«.
Me di cuenta de que el «trasplante de corazón espiritual» es otra forma de describir un cambio radical de corazón, una conversión, tanto si esa conversión es casi instantánea como si se prolonga durante años.
Los trasplantes espirituales de corazón son ejemplos del arrepentimiento al que nos llama Jesús: «metanoia» o «cambiar la forma de pensar»… y vivir de acuerdo con esa forma de pensar cambiada.
Trasplantes vicencianos
En los últimos años, los seguidores de Vicente han tomado más conciencia del cambio radical de corazón de Vicente. Esto se caracteriza a veces como un cambio de pensar con preocupación para él y su familia a la preocupación que cambia la vida por los pobres.
El suyo fue un cambio más lento que el de Pablo. Comenzó a identificarse gradualmente con los pobres.
Reconoció abiertamente su propia pobreza, sus debilidades y su propia pecaminosidad. Desde esa perspectiva, y a partir de ese momento, salió al encuentro de los demás. Vicente de Paúl descubrió el «rostro de Jesús» en los pobres y a los pobres en Jesús. Así se convirtió en su foco de atención constante.
Federico Ozanam sufrió una conversión similar a raíz de un reto de un compañero ateo sobre la preocupación de la Iglesia por los pobres. Una Hija de la Caridad, sor Rosalía Rendu, la Madre Teresa de su tiempo, guió su trasplante de corazón espiritual. Su corazón se encendió menos con la teoría y más con llevar y ser efectivamente «Buena Noticia» para los que viven en los márgenes.
Me doy cuenta que en las cuaresmas pasadas a menudo me he dejado llevar por las «prácticas» más que por el «corazón de carne» prometido por Ezequiel.
La Cuaresma como tiempo para nuestros propios trasplantes espirituales de corazón
- ¿Tengo esperanza en un trasplante de corazón espiritual?
- ¿Me estoy preparando para ese nuevo corazón… o para el rechazo?
Publicado originalmente en Vincentian Mindwalk
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