Los vicentinos estamos llamados a servir a nuestro prójimo que vive en la pobreza. Tradicionalmente, lo hemos hecho mediante actos de caridad. Pero también estamos llamados a ayudar a nuestro prójimo a cambiar las circunstancias de sus vidas, ayudándoles a eliminar las barreras que los mantienen en la pobreza. A esta parte de nuestro trabajo la llamamos cambio sistémico.
La definición de cambio sistémico adoptada por la Familia Vicentina en América del Norte es «El cambio sistémico entre las personas que viven en la pobreza va más allá de proporcionar alimentos, ropa, refugio y aliviar las necesidades inmediatas. Permite que las propias personas se comprometan a identificar las causas fundamentales de su pobreza y a crear estrategias que incluyan la promoción para cambiar las estructuras que las mantienen en la pobreza. El cambio sistémico requiere transformar las actitudes».
El elemento clave aquí es capacitar a los que viven en la pobreza para que participen, e incluso dirijan, el proceso de identificación de las causas fundamentales de su condición. Ellos son los expertos en su propia situación y nosotros debemos respetar su experiencia frente a nuestros propios prejuicios, ideas preconcebidas e incluso nuestras soluciones bienintencionadas. Cuando animamos a nuestro prójimo que vive en la pobreza a expresar sus necesidades y a participar en el desarrollo de soluciones, ellos y nosotros nos convertimos en socios en la lucha por la justicia.
A veces, las soluciones pueden aplicarse a nivel personal. Un vicentino puede ayudar al prójimo necesitado a acceder a un recurso que le ayude a salir de la pobreza. Ayudar a alguien a inscribirse en un programa de educación es un ejemplo. A veces, la solución puede encontrarse a nivel de la comunidad, cuando apoyamos la provisión de una vivienda asequible o un importante programa de atención sanitaria que pueda ayudar a la persona a tener una mejor calidad de vida. A veces, la solución requiere un cambio en los niveles superiores de gobierno. Podemos abogar por normas laborales que hagan posible que los trabajadores puedan cubrir sus necesidades básicas. Podemos promover normas mínimas de apoyo a los ingresos que permitan a las personas mantener su salud y su dignidad.
Dos elementos clave de las iniciativas de cambio sistémico de calidad son que ayudan a cambiar la situación general de la vida de la persona y crean una mejora permanente en la vida de la persona.
¿Cómo encaja la visita domiciliaria en la visión del cambio sistémico? Como vicentinos estamos en una relación privilegiada de confianza mutua con las personas que viven en la pobreza. Les ayudamos en sus necesidades básicas y les proporcionamos apoyo social y espiritual como no lo hace ninguna otra persona u organización. Debido a esta relación, nuestros vecinos necesitados pueden ser sinceros y honestos con nosotros cuando expresan sus necesidades, esperanzas y frustraciones sobre su vida en la pobreza. Podemos trabajar con ellos para encontrar la mejor manera de romper el círculo vicioso. Podemos ser sus acompañantes y mentores en la búsqueda de una mejor calidad de vida.
La misión de la Sociedad de San Vicente de Paúl es «Vivir el mensaje del Evangelio sirviendo a Cristo en los pobres con amor, respeto, justicia y alegría». Para hacerlo con eficacia, tenemos que abordar la cuestión de la pobreza tanto a nivel personal como sistémico.
Corry Wink
Sociedad de San Vicente de Paúl, Canadá
Parece que el autor ignora u olvida que la forma de actuar desde nuestros orígenes ha sido de cambio sistémico. Es la conceptualización y el nombre lo que ha cambiado pero no la práctica.
En tiempos de San vicente ya había iniciativas de Cambio sistémico aunque no tuviera ese nombre.
Así nos lo mostró una Hija de la Caridad, en un encuentro de obras Sociales en Salamanca, con ejemplos inspiradores y muy evidentes.