A las cinco y media de la mañana del 15 de octubre de 1828, cuatro Hermanas de la Caridad —las Hermanas Francis Xavier Love, Martina Butcher, Rebecca Dellone y Francis Regis Barrett— partieron de la Casa Provincial de San José en Emmitsburg, Maryland, con destino a una nueva misión en San Luis, donde el obispo Joseph Rosati, CM, había pedido a la comunidad que estableciera un hospital. En 1828, St. Louis tenía unos 6.000 habitantes pero no tenía hospital, cuando las cuatro miembros de las Hermanas de la Caridad se trasladaron allí.
Las Hermanas llegaron a San Luis el 5 de noviembre de 1828. Se alojaron con santa Rosa Filipina Duchesne y las Hermanas del Sagrado Corazón en la «Casa de la Ciudad» (Academia del Sagrado Corazón) a sólo 8 manzanas de su actual sede provincial. Las hermanas se trasladaron a su hospital a finales de noviembre, cuando éste quedó finalmente listo para aceptar a sus primeros pacientes.
El hospital de las hermanas estaba situado en la calle 4 y la avenida Spruce, pero a 2 manzanas al sur de la (antigua) Catedral y del (primer) noviciado de la Congregación de la Misión. En particular, se convirtió en el primer hospital al oeste del Mississippi y en el primer hospital católico de los Estados Unidos. Las Hermanas ayudaron a los habitantes de San Luis a sobrevivir a muchos acontecimientos trágicos, como incendios y dos epidemias de cólera, arriesgando a menudo sus propias vidas en el proceso.
Durante el brote de cólera de 1849, las Hermanas, que en esa época ya tenían experiencia en el cuidado de la salud, ayudaron a establecer un hospital en la Isla de la Cuarentena y realizaron la mayor parte del trabajo de atención a los enfermos. Para 1849 aproximadamente una décima parte de la población de San Luis (más de 700) había muerto de enfermedad.
La Hna. Francis Xavier Love era una Hermana de la Caridad (la orden ahora conocida como las Hijas de la Caridad) que cuidaba de los hospitales de San Luis. La última semana de octubre (1849) fue la peor, según escribió a los dirigentes de su orden en Emmitsburg, MD: «Vimos a hombres grandes y de cuerpo fuerte caer repentinamente y expirar en pocas horas, y antes de que pudiéramos retirar un cadáver, un segundo, un tercero y un cuarto le siguieron». La experiencia y abnegación de las Hermanas hicieron de San Luis una de las pocas ciudades del país preparadas para hospitalizar a los enfermos de cólera.
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