1. ¿Cómo nació su Congregación y cuál es su espiritualidad?
La Congregación de las Hermanas de la Misericordia de San Vicente de Satu Mare fue fundada en 1842 por el obispo János Hám en la ciudad de Satu Mare, en el entonces Imperio Austrohúngaro, la actual Rumanía. Aunque la Congregación no fue fundada directamente por san Vicente, desde el principio de su existencia adoptó elementos de la espiritualidad vicenciana. Nuestro fundador, el obispo János Hám, deseaba que en su diócesis creciera una juventud moralmente pura en la que veía el futuro de la Iglesia y del mundo, una juventud que tuviera el corazón abierto y las manos disponibles para el servicio. Con sus actitudes y acciones, nuestro fundador no sólo luchó contra la miseria moral, sino también contra la miseria material. En sus decisiones siempre antepuso el amor a Dios y en él amó a todas las personas. Nadie le era indiferente. Al igual que san Vicente, también se preocupó por los niños abandonados y huérfanos; por ello fundó, como una de sus primeras instituciones, un orfanato. Su visión de ayudar a los más desdichados no terminó ahí. Hizo construir un hospital en la ciudad, donde las hermanas trabajaban y atendían a los más miserables de la ciudad de Satu Mare y sus alrededores.
Nuestra espiritualidad está marcada por un realismo sobrio y una confianza sin reservas en Dios. San Vicente quería mostrar a Cristo a la gente a través del amor misericordioso. Del mismo modo, nuestras hermanas son enviadas a llevar la buena noticia a los pobres y a servir a Cristo sufriente con el testimonio de la fe viva, el amor, la humildad y la sencillez. En Cristo y con Cristo se abandonan a Dios para compartir el destino de los hombres, especialmente de los pobres, y así vivir completamente para ellos.
2. ¿Cuál es el ámbito misionero al que se dedican principalmente?
Toda la Iglesia es misionera por naturaleza y la labor de evangelización debe considerarse una obligación fundamental de todo cristiano. Por eso también las hermanas de nuestra Congregación se dedican a la educación, la instrucción y la catequesis. Nuestra Congregación ha fundado jardines de infancia, escuelas primarias y secundarias. Las hermanas también enseñan en algunas escuelas públicas.
Somos conscientes de que todos los enfermos graves, especialmente los moribundos, deben ser tomados en consideración y recibir toda nuestra atención. Por eso tratamos de atender con amor a los enfermos terminales y moribundos en la Residencia de Ancianos de las Hermanas de la Misericordia. En las instituciones sociales tratamos de aliviar, con nuestra presencia, el dolor y la soledad de las personas mayores o que viven solas. Una actividad muy meritoria es la que llevan a cabo las hermanas que trabajan en la asociación Familia de la Inmaculada. Esta asociación fue fundada en 1975 por la hermana Bernadeta Pánčiová, ya miembro de nuestra Congregación. Los miembros de esta asociación son:
- enfermos y discapacitados,
- ancianos y personas que viven solas,
- los que están dispuestos a ayudar con su servicio a enfermos y a los que sufren.
Entre las principales funciones de esta asociación está la comunicación con los miembros de la Familia de la Inmaculada, tanto por correo postal como por correo electrónico, y las visitas personales de los enfermos. Las hermanas también intentan ayudar material y económicamente a muchos que sufren problemas económicos. Para la Familia de la Inmaculada se organizan regularmente encuentros de todos los miembros y, cada dos años, una peregrinación de los enfermos a Lourdes, en tren. A pesar de que nuestra Congregación es pequeña en número y actualmente sólo cuenta con 140 hermanas, tratamos de dedicarnos también al trabajo misionero. Nuestras hermanas trabajan en el norte de Albania, donde aún hoy hay familias que viven en la extrema pobreza. Las hermanas intentan ayudarlas sobre todo con paquetes de alimentos, pero también con ropa, medicamentos y ayuda económica, para que las mismas familias puedan conseguir una vivienda modesta. Por supuesto, su vida espiritual también es muy importante para ellos, por lo que se dedican a la catequesis de niños y adultos y los preparan para los sacramentos. Es parte del apostolado estar con las personas solas. Somos conscientes de que si queremos combatir la pobreza extrema, debemos buscar la manera de que estas personas puedan asegurarse una existencia digna. A través de varios proyectos, nos comprometemos a encontrar un trabajo para los hombres que sean capaces de realizar. Algunos de ellos han empezado a hacer pequeñas manufacturas que vendemos en ferias misioneras.
3. ¿Cuáles son las necesidades y dificultades más significativas que ha observado entre las personas, debido a esta pandemia?
Nos hemos dado cuenta de que, durante el periodo de la pandemia, las personas sin hogar sufren más que antes. Muchas personas, por miedo a la infección, temen acercarse a ellas y ofrecerles comida. A menudo ocurre que incluso quienes cuidan de las personas sin hogar se infectan, tienen que ser tratados y permanecer en cuarentena. Por esta razón, las personas sin hogar suelen pasar sin comida durante largos periodos de tiempo. Otro tema que consideramos importante, porque nos ocupamos instensamente en él, es la atención a las personas solitarias que no pueden relacionarse y tampoco pueden conocer a otras personas. De esta manera su soledad crece y realmente sufren de tal miseria. Otro de los problemas importantes es la fatiga del personal sanitario a largo plazo, por lo que es necesario ayudar en las instituciones sanitarias.
4. El pasado mes de enero de 2020 vivimos en Roma un momento muy importante como Familia Vicenciana Internacional. ¿Qué se llevó consigo de esa experiencia?
Para mí, personalmente, fue una experiencia muy hermosa y preciosa, a la que vuelvo con gran alegría en mis recuerdos. Agradezco sinceramente a Dios el regalo de la Familia Vicenciana y el hecho de poder participar personalmente en esta hermosa comunión. Siguiendo de cerca las contribuciones provenientes de varias partes del mundo, en las que tuve la oportunidad de escuchar actividades concretas que buscan aliviar la pobreza en el mundo, comprendí que el mundo puede ser mejor si yo también, junto con las hermanas de nuestra congregación, jugamos nuestro papel en esta hermosa obra. He descubierto el valor, pero también la necesidad, de una comunidad más amplia y de la colaboración mutua entre las distintas ramas de la Familia Vicenciana, tanto a nivel nacional como internacional. Me gustaría que reuniones similares se celebren también en el futuro porque son una fuente de inspiración y enriquecimiento. Con lo mismo quiero agradecer públicamente a los organizadores de la reunión por su disposición y compromiso dedicado a la preparación de este encuentro.
5. ¿Puede compartir con nosotros cuál de las enseñanzas de san Vicente de Paúl se acerca más a la espiritualidad y a las iniciativas misioneras de su Congregación?
San Vicente recordaba a menudo a las Hijas de la Caridad que debían entregarse completamente a Dios para poder servir a los pobres con caridad. Cristo mismo eligió la pobreza voluntariamente y quiere encontrarse con nosotros en los pobres. No siempre podemos ayudar a los necesitados con nuestras propias fuerzas, pero siempre podemos presentar a Dios nuestra preocupación por ellos en la oración. En las necesidades de los tiempos tratamos hoy de escuchar la voz de Dios y, según las palabras de san Vicente, queremos buscar, buscar siempre las posibilidades y los caminos para dar a Cristo un hogar en este mundo. Queremos estar abiertos a todas las necesidades y queremos intentar ayudar según nuestras fuerzas a todos los necesitados utilizando las metodologías adecuadas a los tiempos.
Elena Grazini
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