«El 25 de enero conmemoramos un momento transformador en la vida de San Vicente: su sermón en la iglesia de la aldea francesa de Folleville. En 1617, Vicente estaba al servicio de la rica y poderosa familia Gondi como tutor de sus hijos. En enero, mientras estaba en su castillo en la pequeña ciudad de Folleville, a unos 100 km al norte de París, Vicente fue llamado a ir a la cabecera de la cama de un campesino moribundo que quería confesar sus pecados, que eran bastante graves. El hombre había temido recibir la confesión en el pasado, un hecho que preocupó a Vicente y a la señora de Gondi.
La señora le preguntó a Vicente: «Ay, señor, ¿qué es esto? ¿Qué acabamos de oír? Así es como debe ser con la mayoría de la gente. Desgraciadamente, si este hombre de buena reputación vivía realmente en peligro de condenación, ¿qué debemos pensar de los demás que viven con menos rectitud? ¡Ay, Señor Vicente, cuántas almas se han perdido! ¿Qué haremos al respecto?» Esta última pregunta se considera ahora como la pregunta esencial de los vicencianos, y enmarca el resto de la vida de Vicente.
La habilidad de hablar y predicar a esos campesinos empobrecidos parece que despertó algo en el interior de Vicente. Meses más tarde dejó abruptamente París y se dirigió a la pequeña ciudad de Châtillon-les-Dombes, renunciando a su posición con los Gondis en el proceso. Allí fundó su primera Cofradía de la Caridad, que le llevó directamente a la creación de las Damas de la Caridad, y más tarde la Congregación de la Misión y las Hijas de la Caridad».
Fuente: Andrew Rea, Blog de noticias de la biblioteca de la universidad DePaul
Daniel Jolivet, CC BY 2.0, Wikimedia Commons
Aunque la Congregación de la Misión no fue formalmente establecida hasta 1625, el 25 de enero de 1617 aún se celebra como el Día de la Fundación de la Congregación.
He aquí una presentación de la serie de eventos que llevaron a la fundación de la Congregación de la Misión.
Y aquí hay un video donde el P. Tomaž Mavrič, CM, nos insta: «Folleville nos espera… en tantas partes del mundo… una pobreza espiritual…»
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