La Confraternidad de Vicentinos en la Frontera/Diáspora

por | Oct 19, 2020 | Confraternidades, Noticias, Oficina de la Familia Vicenciana | 0 comentarios

Reunidos como Confraternidad, compartimos en torno a las diversas maneras en que nos toca asumir el compromiso por el Evangelio de Jesús, desde la realidad de abandono, exclusión social, desierto o periferia desde la cual vivimos nuestra identidad Vicentina.

Queremos manifestar nuestra solidaridad y cariño a sor Luz Elena, Hija de la Caridad, quien, desde Cali, Colombia, nos compartió la experiencia de la señora Paula, quien, siendo venezolana, madre soltera, con 5 niños, viviendo en tierra extranjera (Colombia), sin contar con lo necesario para sobrevivir, conoció a las Hijas de la Caridad de Cali que, como Vicentinas, le han abierto las puertas de su alma, vida y corazón. No podemos quedarnos con los brazos cruzados cuando escuchamos a Paula decir que las Hijas de la Caridad son verdaderos ángeles que el Señor le ha puesto para volverle a la Vida. Nos han quedado muy grabadas sus palabras cuando nos decía que, con la ayuda que le estaban brindando, ella estaba dispuesta a iniciar una pequeña venta de comida, en la calle, para conseguir algunos fondos que le pudieran ir asegurando una vida mejor: «¡Quiero luchar para otorgarle a mis hijos una estabilidad! ¡Quiero construir una casita para que mis hijos puedan vivir felices!»

¡Cuánta semejanza entre Paula y cada uno de nosotros, miembros y pueblos que integramos y seguiremos integrando esta Confraternidad, ante una realidad similar de abandono! Nuevamente, somos conscientes que podemos ejercer una misma resiliencia y compromiso vicentino. San Vicente nos recordaba que era entre ellos, entre quienes vivimos esas realidades límites y desesperantes, donde podemos encontrar y vivir la VERDADERA RELIGIÓN.

Esa misma referencia podemos hacer también con pueblos enteros, e incluso países, cuando nos damos cuenta de lo que está aconteciendo en la isla de Crawfish Rock, Roatán; en la comunidad de Guapinol; y en el Sector de San Pedro, en la República de Honduras. Cuánta alegría hemos experimentado al leer el pronunciamiento de las Diócesis de Juticalpa, Trujillo y La Ceiba (todas ellas en Honduras), en el que la Iglesia se pone del lado de los empobrecidos y en contra de los deseos perversos del poder opresor que pretende seguir truncando el sueño de las familias, al expropiarles sus tierras, con conocimiento de causa y alevosía. Nosotros también queremos hacer eco a la voz de Paula y de nuestros Obispos Hondureños, denunciando esta dramática realidad y diciéndole a Paula y a nuestros hermanos de Honduras: “No están solos”; o, como dice el Papa en su tercera Encíclica: “Todos somos hermanos” (Cfr. Fratelli tutti, nº 128).

Lamentablemente, no hemos encontrado la misma respuesta en otras regiones, en las que muchos vicentinos seguimos experimentando una realidad de injusticia similar. Nos referimos a Petén, Guatemala, en donde las transnacionales, el capital extranjero y nacional, siguen haciendo de las suyas, adorando al gran capital (Proyecto 4 Balam) y crucificando a las poblaciones empobrecidas. Nuestros hermanos del Petén siguen muriendo, sin casa ni comida, víctimas de desalojos forzados por parte del gobierno, como el caso de más de 400 personas desalojadas de la comunidad Laguna Larga, desde hace tres años. Ellos siguen muriendo/sobreviviendo en la línea fronteriza entre México y Guatemala: sin techo, sin comida, sin atención sanitaria, sin educación, con un agravante: aún siguen esperando la presencia y acompañamiento de la Iglesia Católica y la Familia Vicentina, asumiendo la suerte de los pobres, como lo haría San Vicente.

El clamor de todo esto toca de gran manera el corazón de Dios, suscitando en nuestra Confraternidad un grito solidario a favor de los que están siendo víctimas de tanta inhumanidad. ¡Nuestra Casa Común sigue clamando y exigiendo justicia! Nuestras tierras continúan siendo destruidas a través de los monocultivos, nuestras aguas siguen siendo arrasadas y contaminadas por los grandes emporios del dios dinero: como lo que sucede a lo largo del río Motagua, que sigue arrastrando grandes cantidades de plástico hacia la Playa de Omoa en Honduras. Ante las toneladas de basura que llegan a diario, de varias ciudades y empresas de Guatemala, hasta las costas hondureñas, nos seguimos preguntando: ¿Qué hace el gobierno y las transnacionales presentes en la región? ¿Cómo es posible que se siga destruyendo el suelo y la seguridad de nuestra gente? ¿Cómo queremos evitar la migración, cuando al mismo tiempo seguimos destruyendo el hábitat natural de nuestros hermanos?

¿Qué dice Dios ante esta realidad? No podemos seguir siendo espectadores. No podemos ser indiferentes al dolor de nuestros pueblos. Ser Vicentinos es hacer de toda esa realidad “NUESTRO PESO Y DOLOR”. Por ello, como Confraternidad, queremos reafirmar nuestro compromiso de estar al lado de los hermanos que han sido heridos en su dignidad y desprovistos de todo. ¡Es la realidad que nos identifica y desde la cual queremos gritar a todos la verdad de nuestra Historia y clamar justicia para nuestra Casa Común!

Si quieres unirte a nuestra Confraternidad de Vicentinos en la Frontera/Diáspora, para vivir cerca de los más excluidos, quienes, a su vez, son nuestros maestros y celebrar juntos el verdadero Evangelio, puedes comunicarte con nuestro Coordinador Víctor López, isvictrop@gmail.com

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