Para nadie es un secreto la terrible situación económica, política y social que atraviesa Venezuela. La FAMVIN ha contribuido a paliar esta situación de forma efectiva y afectiva durante este último año. Habrá muchos ejemplos de esto a lo largo de todo el mundo, pero MISEVI quiere despedir el año 2019, contando a todo el mundo lo que ha sido una gran labor de Misión Compartida. Todo comienza con un acto generoso de una vicenciana en Valladolid que aportó una cantidad “para lo que haga falta” y continúa con el descubrimiento de la situación de Venezuela por parte de un niño vicenciano de 12 años tras convivir durante tres meses con un miembro de MISEVI de este país. Y este niño decide pasar del deseo a la acción: entregar sus ahorros para enviar “lo que haga falta” a Venezuela.
Y comienza así una gran campaña, donde todos los grupos vicencianos de la zona: HH.CC, CM, AMM, SSVP, AIC, JMV, y MISEVI se ponen manos a la obra y consiguen recoger 260 kilos de material sanitario, útiles de aseo y alimentación en un tiempo record. Y de repente, tal cual el milagro de los panes y los peces, la solidaridad multiplica el material a enviar y aparecen manos para componer cajas y donantes solidarios dentro de la FAMVIN, que añaden a esos ahorros del niño vicenciano la cantidad que falta para enviar todo lo recogido.
Poco a poco, esos kilos de ayuda llegan a Venezuela. Y allí los recogen nuestros valientes misioneros, que durante el mes de Agosto, se trasladan a la comunidad de “Caspito”, perteneciente a la jurisdicción de la parroquia Santa Ana en Sanare, del Estado Lara, donde seguirán con el proyecto misionero que tienen los miembros de MISEVI en este país. La comunidad de Caspito está en un lugar de montaña muy alejado del poblado principal, donde carecen un buen transporte público. Tampoco tienen asistencia permanente del sacerdote y/o religiosas. Por estas razones, desde hace 4 años, MISEVI Venezuela mantiene un proyecto en el que, durante la Pascua y en el mes de agosto, los misioneros donan su vida por atender este lugar de misión, un lugar en el que, a pesar de las carencias materiales, reina la alegría y esperanza en sus habitantes y por contagio en el misionero que hasta allí llega.
MISEVI Venezuela trabaja en las misiones al estilo Ad Gentes y ha podido cumplir su Misión gracias a las donaciones y, en concreto este año, a los donativos recibidos de la FAMVIN de Galicia en España que han ayudado y protegido a los miembros de MISEVI. Y ha sido gracias a esta aportación que se han podido realizar diferentes actividades con niños, jóvenes y adultos.
La comunidad de “Caspito” ha sido bendecida con la presencia de la luz de Cristo al estilo de San Vicente de Paúl. Esta comunidad es extensa, y todo el recorrido de los 4 sectores principales se hacen a pie. Tal vez suene agotador, pero la oración y la alegría misionera hacen, de esto, un estilo de vida o, mejor dicho, una opción de vida. La maravilla de la creación de Dios se manifiesta en esta comunidad un lugar fresco, verde y fértil. Sus pobladores que viven del sustento agrícola sienten esa necesidad de escuchar el Evangelio, y ahora, después de cuatro años de proyecto misionero, MISEVI Venezuela recoge los frutos de esta cosecha. La FAMVIN deja en Caspito una comunidad viva, llena de esperanza, con adultos queriendo ser celebradores de la Palabra, con un grupo de jóvenes que han conocido y experimentado el carisma vicenciano y desean ser miembros de de JMV y de MISEVI.
Los miembros de MISEVI de Venezuela, a través del proyecto de colaboración con FAMVIN Galicia, se han llenado de energía con la sonrisa de un niño al darle una galleta, han curado enfermedades y dolencias físicas, pero, sobre todo, han impulsado la acción social evangelizadora yendo al encuentro de los más Pobres. Siguiendo el consejo del Papa Francisco, la FAMVIN una vez más ha conseguido colaborar con los misioneros en salida, siendo y haciendo discípulos de Cristo.
Asunción Marchán,
MISEVI Internacional
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