Experiencia ecológica para FamVin

por | Dic 21, 2018 | Noticias | 0 comentarios

Hola, mi nombre es Patricia García Hernández y colaboro con FAMVIN Región Valle de México desde el año 2013. Durante tres años y medio he coordinado las actividades de este equipo en donde todos opinamos, todos sumamos y todos aprendemos. Esta experiencia que Dios me ha permitido vivir ha sido una oportunidad increíble, ya que he conocido a muchas personas dentro de la Familia Vicentina, he sido testigo de cambios de los cuales yo he propuesto algunos y además he aprendido mucho de este hermoso carisma y por supuesto, he aprendido a amar a nuestros hermanos empobrecidos por un sistema económico que genera pobreza; y sigo en el proceso de “ser inventiva hasta el infinito” para proponer algo que contribuya a dignificarles.

Un día, nuestro buen Dios obró en mí a través de su inquieto Espíritu (uno nunca se imagina en dónde, cómo y por medio de quién o de qué actuará) al terminar la Convivencia de San Vicente de Paúl de Familia Vicentina Región Valle de México del 19 de septiembre 2015, ocurrió que, cuando ya se habían ido todos, vi la cantidad de bolsas de basura que se habían generado y ¡sencillamente me alarmé pues eran muchas y muy grandes! Decidí en ese momento que teníamos que hacer algo, como Familia Vicentina, para no continuar generando tanta basura, pues no podía creer que aún no hubiéramos podido concientizar que son nuestros hermanos más empobrecidos los destinatarios directos de la basura y de las consecuencias que esta les genera, además de que las cantidades inimaginables que producimos diariamente, tarde o temprano nos perjudican a todos. Pero es siempre a los más débiles y vulnerables, a quienes no los asiste el servicio de colecta de basura, a quienes esa basura les contamina el agua que tienen, a quienes no les llegan los servicios educativos, ni de salud y tampoco los medicamentos. Y eso sin mencionar el daño al ecosistema en donde a plantas y animales también les hemos alterado la vida.

Gracias a Dios, dentro de todo el daño que vi, también distinguí la OPORTUNIDAD de incidir positivamente en la realidad de los más perjudicados, pero antes había algo que hacer con los Vicentinos de la Ciudad de México que no nos habíamos dado cuenta de que contribuíamos al daño ambiental, que perjudicábamos a los más pobres al generar basura y, por supuesto, no veíamos que teníamos algo importante que hacer para combatir este respecto. Para mí fue como ese momento en donde te cae el veinte, así como le ocurrió a San Vicente de Paúl en el siglo XVII viendo realidades duras en París y que en un momento de reflexión le dice a Dios: “¡Perdóname Señor, no me había dado cuenta!” Y los Vicentinos de la Ciudad de México no nos habíamos dado cuenta de que ¡nos teníamos que dar cuenta!

Bueno, pues después de mi kairós por supuesto que pensé: ¿Qué hacer como Familia Vicentina para no contribuir a incrementar ese daño ambiental que nos perjudica a todos? Y en la revisión que se hace habitualmente unos días después de cada evento que tenemos, por supuesto que toqué el punto y todos aceptaron que ya no se utilizarían más desechables en las Convivencias. Debo confesar que no me esperaba esa unanimidad en la respuesta afirmativa a mi propuesta.

Ya planeando la siguiente convivencia, que era Santa Luisa de Marillac para marzo de 2016, se indicó en la invitación por Internet y también en la que se distribuía en papel (actualmente ya no las imprimimos) y en el póster que se pone en las Parroquias, que cada quien debía llevar su plato, vaso, taza y cubiertos, se pidió que los Coordinadores Regionales lo comunicaran a sus Coordinadores Diocesanos y de ser posible a cada Centro para que todos estuvieran enterados.

Pero la gran mayoría de las personas no se enteró, pues llegado el día de la Convivencia, muchos de los asistentes no tenían en qué tomar su café del receso y más preocupante aún, no tenían en dónde recibir sus alimentos y lamentablemente se tuvieron que usar algunos desechables. Al ver esta situación, sentí la necesidad de explicar dentro del mismo evento porqué no teníamos desechables y la gente lo entendió, y les complementé diciendo que si servíamos y trabajábamos para los pobres, lo indicado y lo coherente es empezar por no perjudicarlos nosotros quienes buscamos servirlos y afortunadamente todos entendieron, pues aunque no había sido grato no tener lo necesario para comer y beber, sabían que el propósito de esta iniciativa era muy bueno. Al menos nadie reclamó directamente a los integrantes del Equipo Coordinador y una de las hermanas de la Casa Provincial me dijo “qué bueno que explicaste eso, a todos les hacía falta saberlo”.

Cuando llegó la revisión de la Convivencia, me dijeron “regresemos a los desechables ¡esto fue un desastre!” Y yo dije. «NO, el paso más difícil ya lo dimos, no debemos retroceder un solo milímetro. Si eso hacemos ahora, ¿creen que podremos lograr algún cambio necesario después? Por favor no tengamos miedo de cambiar, necesitamos cambiar muchas cosas, nos urge cambiar y adaptarnos para responder a las necesidades de hoy, y tomar una acción en favor del cuidado del medio ambiente es una necesidad impostergable. Tenemos a María Milagrosa como ejemplo de confianza en Dios ¡entonces tengamos Fe en que funcionará! Tenemos a nuestros niños que tienen que ver que los adultos lo hagamos, si no es así ¿Entonces de quienes van a aprender?»

Y nuevamente debo agradecer a ese valiente equipo (justo en este momento vuelvo a reír al recordar sus caras cuando escucharon mi respuesta) que con todo volvieron a apoyar esta iniciativa.

Desde entonces ha sido muy grato ver cómo la gente, después de la primera experiencia sin desechables, ya lleva lo necesario para tomar sus bebidas y alimentos. Ha sido sumamente motivador descubrir que en FAMVIN Región Valle de México ya podemos decir que solo se trataba de atreverse a re-aprender y a re-descubrirnos cómo servidores de nuestros hermanos empobrecidos y ¡que hemos logrado dar este pequeño paso!

Como todo en esta gran Familia, cuidar nuestra casa común es un trabajo que tenemos que hacer todos juntos, apoyándonos unos con otros sin olvidar lo que San Vicente de Paúl decía: “La perfección no consiste en la multitud de cosas hechas, sino en el hecho de estar bien hechas”. Por lo tanto, con una sonrisa, con alegría, con amabilidad, mucha Fe y llenos de confianza en nosotros mismos y en la providencia divina no dejemos de emprender acciones, por muy pequeñas que sean, que contribuyan a solucionar la compleja crisis ecológica que ahora vivimos y de la cual el papa Francisco nos invita a tomar conciencia en el numeral 139 de la Encíclica Laudato Si: “No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental. Las líneas para la solución requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza”.

¿No creen que incurrir en proyectos socio-ambientales sería una iniciativa por demás Vicentina? Yo estoy segura que si, siento que si san Vicente de Paúl hubiera sido nuestro contemporáneo, estos proyectos serían de los primeros en tratar en sus reuniones de trabajo ya que “son inseparables la preocupación por la naturaleza, la justicia con los más pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior” (Laudato Si, nº 10)

Y tú, ¿qué piensas de esto?

Autor: Patricia García Hernández
Fuente: https://missiodigital.org/

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