Soy Andrew McKnight, director de la Misión de la Caridad Depaul en Francia. Somos parte de una rama de la Familia Vicenciana llamada Depaul International y soy miembro de la Comisión de Colaboración.
Los miembros de la comisión han preparado estos videos cortos para inspirarlos en su trabajo colaborativo con otras ramas de la Familia Vicentina al servicio de los pobres.
Me gustaría hablar sobre mi experiencia personal de colaboración en París, que implicó la creación de un nuevo centro de acogida para personas sin hogar. Este proyecto es un ejemplo de colaboración entre los diferentes miembros en diferentes ramas de la Familia Vicentina en París.
Hoy, cinco días a la semana un equipo de treinta voluntarios da la bienvenida a personas sin hogar a nuestro centro de acogida. Las personas sin hogar vienen a descansar y relajarse, a conocer a otras personas, a darse una ducha, a lavar su ropa, a ver a una enfermera que puede cuidar sus pies, a hablar con un médico, a obtener ayuda para clasificar sus documentos.
El equipo está compuesto por:
- 7 Hijas de la Caridad
- 3 miembros de la AIC
- 1 miembro del SVP
- 1 CM
- Algunos seminaristas, tanto vincentinos como jesuitas
- Y laicos que provienen de iglesias locales, o que viven en el área local y que desean ayudar.
El centro es administrado por Depaul y todos contribuyen al servicio de las personas sin hogar, unidas en esta misión común.
Compartimos muchos momentos especiales y organizamos diferentes eventos para unir a las personas. Estas son siempre invitaciones opcionales y nadie se ve obligado a participar. Por ejemplo,
- Todas las mañanas, antes de comenzar nuestro servicio, tenemos una sesión informativa y, al final de nuestro servicio, nos reunimos para un breve resumen.
- Una vez al mes tenemos una reunión de equipo
- Organizamos sesiones de capacitación o información sobre la vida de San Vicente o sobre la espiritualidad vicentina
- Organizamos sesiones de práctica reflexiva para ayudarnos a analizar y mejorar nuestro trabajo.
El comienzo fue difícil:
- Un nuevo proyecto
- Con un futuro incierto, incluso desconocido
- Con grandes desafíos financieros
- Nuevas asociaciones que tuvieron que ser creadas,
- Y diferentes personas con diferentes experiencias, diferentes perspectivas y diferentes misiones se reunieron alrededor de la misma mesa.
Tomó dos años abrir el centro. Muchas reuniones, conversaciones, visitas, experiencias juntas.
Esto requería paciencia, diplomacia, flexibilidad, humildad, un estilo de trabajo que se fijaba en el objetivo final, y que estaba abierto a comentarios y críticas…
San Vicente nos dice: «Todos los comienzos son un poco extraños, pero sé paciente». La novedad pronto desaparecerá… » (CCD VIII: 117)
Seguramente has descubierto que hay muchas herramientas que pueden ayudarnos a trabajar mejor juntas y comprender la dinámica de la colaboración:
- Inventario de estilos personales
- Auditoría de habilidades
- Toma de decisiones por consenso
- Manejo de conflictos
- Gestión de proyectos
- Etc.
Cubrimos estos en el Programa de Colaboración para la Familia Vicentina (VFCAP). Por cierto, si está interesado en esta iniciativa, debes ponerte en contacto con la comisión para ver cómo podría llevar un programa de capacitación a tu país.
Para mí, aunque estas herramientas son muy útiles, es importante recordar que todo es relacional. Esto significa, sobre todo, que a través de nuestras relaciones con los demás es que tenemos éxito en trabajar y colaborar juntos.
En nuestro proyecto, por lo tanto, hacemos todo lo posible para priorizar estas relaciones. Al igual que hacemos con el servicio a los usuarios del centro, damos gran importancia a las relaciones y la confianza entre los diferentes miembros del equipo.
La colaboración no es siempre fácil. Cuando tenemos que trabajar con otros, todos podemos ser difíciles, obstinados, orgullosos, peyorativos, desconfiados, motivados por nuestra propia gloria personal u organizativa en lugar del bien común que surge a través del esfuerzo colectivo.
Pero debemos perseverar. Tenemos que ser capaces de gestionar nuestras reuniones entre nosotros con un espíritu positivo, tenemos que ser amables y conciliadores. Tenemos que ser capaces de preguntarnos a nosotros mismos. Y debemos mantener una mente abierta.
San Vicente nos recuerda: «Estamos obligados, como cristianos, a soportar el mal humor de nuestro prójimo y tratar de moderarlo». (CCD V: 412)
Entonces, ¿qué tipo de resultados hemos logrado? Pienso en Stéphane, uno de los usuarios de nuestro servicio, que adora ir al centro. Realmente aprecia la calidez humana, la bienvenida que recibe, el equipo que está listo para escucharlo, el espacio físico que está limpio, los servicios que se proporcionan y que son esenciales para mantener su dignidad. Es un lugar donde encuentra esperanza, donde puede pasar el tiempo en una pequeña burbuja lejos de las dificultades de su vida en las calles. Es gracias a nuestra colaboración, entre nosotros, a todas estas diferentes ramas que se unen en acción para servir a las personas sin hogar que Stéphane puede decir, «hay algo de mágico en este lugar».
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