Los pueblos indígenas en Canadá incluyen a pueblos originarios de las Primeras Naciones que viven en las reservas y en lugares urbanos, así como los Inuit y Metis. La historia de las relaciones entre los pueblos indígenas y los gobiernos e iglesias canadienses no es buena, ya que la mayoría de las acciones fueron desacertadas y muy degradantes para los pueblos indígenas, a los que siempre se les dijo qué era lo mejor para ellos, cómo y dónde vivirían y en qué deberían creer. La imposición de leyes, costumbres y tradiciones no nativas se hizo de una manera muy deshumanizante, dejando recuerdos negativos hacia el gobierno y especialmente hacia la iglesia católica entre muchos pueblos indígenas. Podemos aprender mucho de la cultura y espiritualidad indígenas.

La Sociedad de San Vicente de Paúl se encuentra en una posición difícil, pero que también puede llevar a cerrar la brecha entre la iglesia católica y los pueblos indígenas. También represento a nuestra Sociedad en el Círculo de Nuestra Señora de Guadalupe, una coalición de varias organizaciones católicas cuyo mandato es responder a ocho recomendaciones específicas de la Comisión de Verdad y Reconciliación (TRC) que involucraron a la iglesia católica y el efecto de las escuelas residenciales.

Los pueblos indígenas en Canadá experimentan una tasa porcentual mucho más alta de encarcelamientos en las cárceles, niveles de educación más bajos, salarios promedio más bajos y, además, aproximadamente 40 comunidades de First nation sufren de agua no potable. Si bien hay varios factores que contribuyen a la situación actual, no hay duda de que la falta de educación es la razón principal del bajo ingreso promedio. De hecho, es interesante que el enfoque de las escuelas residenciales patrocinadas por el gobierno parecía enfatizar la educación, pero aquí enfrentamos el mismo problema como una de las principales barreras para brindar a los pueblos indígenas la oportunidad de vivir una vida libre de pobreza y con plena participación en sociedad. La pregunta no es por qué deberíamos ayudar a mejorar estas pasmosas estadísticas, sino por qué nos ha llevado tanto tiempo darnos cuenta de que hay otros canadienses que viven en esas condiciones, con tan poca esperanza de un futuro mejor para sus familias.

Sobre el autor:

Jim Paddon vive en London, Ontario, Canadá y es ex-presidente del Consejo Regional de Ontario de la Sociedad de San Vicente de Paúl. Actualmente es presidente del Comité Nacional de Justicia Social de la Sociedad en Canadá. Está casado con su querida esposa Pat y tienen seis hijas y once nietos. Jim ha sido miembro de la Sociedad desde los años 70.