Tom McKenna, en su maravilloso libro nuevo «Vincentian Meditations» [Meditaciones Vicencianas], tiene un capítulo sobre «ver mejor». Él pregunta: «¿qué hace a un individuo el estar bajo la influencia de Vicente?» Y una de las respuestas es que uno puede ver mejor.
Esto puede querer decir muchas cosas, pero podría incluir «ver» la sabiduría de la enseñanza espiritual de Vicente, la creciente vitalidad y unidad de la Familia Vicenciana, y esperamos que también ver un poco más la cara de Cristo en los pobres a quienes servimos.
«Ver mejor» también puede ser una puerta de entrada al trabajo del Cambio Sistémico. De hecho, ver es el primer paso de la conocida dinámica pastoral «Ver-Juzgar-Actuar», donde primero vemos la realidad vivida alrededor de nosotros más profundamente, tal vez por primera vez. Esta visión no consiste simplemente en ser consciente o notar, sino en analizar las facetas y los hilos de la vida y la realidad dondequiera que estemos, y comprender a un nivel profundo lo que realmente sucede detrás de las escenas, debajo de lo que es más visible. Si no podemos o no analizamos a fondo y críticamente nuestra realidad vivida, nada puede ser cambiado o mejorado.
Este tipo de «ver» fomenta entonces un juicio por nuestra parte. ¿Qué pensamos de esta realidad? ¿Qué pensaría Jesús de ello? ¿Qué podemos encontrar en las Escrituras para ayudarnos a formar un juicio al respecto? ¿Cómo se compara esta realidad con nuestros valores, nuestros ideales, nuestras esperanzas y nuestros sueños?
Lo que sigue, por supuesto, es nuestra respuesta, nuestra acción para abordar lo que hemos visto y juzgado. Actuamos para marcar la diferencia porque lo que hemos visto y juzgado no puede continuar. No es la voluntad de Dios, no fomenta el Reino de Dios en la tierra, y no es la vida abundante que Jesús proclama.
Y así podríamos ver:
- Cómo la sociedad está en contra de los pobres
- Cómo es más probable que los nacidos en la pobreza permanezcan en la pobreza durante toda la vida
- Con qué facilidad los recursos rutinariamente enriquecen a los ricos y bien conectados, mientras ignoran la difícil situación de la mayoría
- Cómo las personas atrapadas en la pobreza no son consultadas sobre sus necesidades y no tienen asientos en las mesas donde se toman las decisiones
Sobre todo, tal vez el ver mejor nos ayudará a entender que la pobreza no es inevitable. O, en palabras de Nelson Mandela, la pobreza está hecha por los seres humanos y puede ser cambiada por los seres humanos. Podríamos ver más claramente el hecho escandaloso de que cinco individuos ahora controlan la riqueza de la mitad de los pobres del mundo, porque la riqueza y el poder fluyen cada vez más hacia arriba al uno por ciento de la población aparentemente indiferente al bien común.
Un nuevo informe titulado «Invertir la desigualdad: liberar el potencial transformador de una economía equitativa» constata este juicio sobre la economía de Estados Unidos: «Hay desigualdades sistémicas profundamente arraigadas en nuestro modelo económico… y la desigualdad nos priva efectivamente, disminuyendo nuestro voto en la urna significa relativo a la influencia del dinero ahogando nuestra voz en la plaza pública… Afecta a las prioridades de los legisladores y bloquea las necesarias reformas».
Para invertir esta tendencia, el informe propone varios pasos iniciales fundamentales, entre ellos:
- Hacer del salario mínimo un salario digno
- Garantizar la asistencia sanitaria a todos
- Promulgar una seria campaña reforma de las finanzas
- Hacer que la educación sea gratuita
Aunque Estados Unidos es el foco en este estudio, cualquier país podría beneficiarse de sus conclusiones y desafíos.
Pero, ¿cómo se financiarán estas propuestas? ¿Son estos pasos en absoluto factibles, o pura fantasía? Si sólo los presupuestos militares se redujeran a niveles razonables, habría dinero para financiar estos pasos. En cualquier caso, una reorientación radical de los presupuestos y prioridades de los gobiernos a todos los niveles, en el servicio al bien común, pondría a la humanidad en un camino muy diferente.
El autor del estudio concluye que «el cambio sistémico sólo puede provenir de una visión compartida de lo que es posible». Y así los vicencianos podrían preguntarse:
¿Vemos lo que es posible, una visión compartida, un bien común que incluya justicia para los que están atrapados en la pobreza?
¿Juzgamos la situación actual como un ultraje moral que no se debe soportar?
¿Actuaremos juntos como Familia Vicenciana en formas efectivas de cambiar sistemas y estructuras injustas?
Jim Claffey actualmente es secretario ejecutivo de la Comisión Internacional de la Familia Vicenciana para la promoción del Cambio Sistémico.
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