Me llamó la atención inmediatamente. Una estatua en su escritorio: una escena de una corrida de toros.
Pero no lo que se puediera esperar. Esta era sorprendentemente diferente, ¡aquí el toro estaba sentado sobre el matador, aprisionándolo! ¡Qué inesperado! ¿Un cambio de paradigma? ¡No, una inversión total!
Necesitamos más de esto. Quiero decir: no más corridas de toros, sino la visualización de las inversiones de lo que hemos llegado a esperar.
Vemos pobreza por todas partes, y en muchas formas diferentes. Sin embargo, la pobreza está creada por los seres humanos, y por lo tanto puede ser cambiada. No tiene que ser inevitable. Visualizar lo opuesto de la realidad actual puede conducir a nuevas percepciones y entendimientos.
El conocido método pastoral de VER-JUZGAR-ACTUAR hace exactamente eso. El proceso de tres pasos nos guía desde la comprensión hasta la acción efectiva. Es una herramienta invaluable para aquellos que desean lograr algo duradero y significativo.
VER
Ver, en este contexto, cambia la forma en que miramos la realidad que nos rodea. «Ver» no es mirar ni notar, sino mirar profundamente, comprender, atrapar. Los patrones y los sistemas emergen claramente. Ver significa analizar una realidad, llegar plenamente a los términos de su significado. Si no podemos «ver» y analizar el mundo que nos rodea como es realmente, nunca haremos cambios significativos.
JUZGAR
Este proceso cambia lo que pensamos de la realidad. Nos lleva a preguntar por qué las cosas son así. Descubrimos que no están talladas en piedra, y no necesitan ser permanentes. La pobreza, por ejemplo, aunque presente a nuestro alrededor, no es inevitable. La pobreza puede ser histórica y profundamente arraigada, pero, una vez más, vale la pena repetirlo, está hecha por los seres humanos, sostenida por las injustas decisiones socioeconómicas y políticas de la gente y el absoluto desprecio por el «bien común». Y esto puede cambiarse.
Basamos nuestro juicio en nuestros valores. Y así preguntamos: ¿qué dice la Escritura sobre esta realidad? ¿Qué dice la enseñanza de la Iglesia, especialmente la Doctrina Social Católica? ¿Es esto en verdad lo que Dios quiere para nosotros? En la luz brillante de estas fuentes preciosas, reflexionamos críticamente sobre lo que hemos visto, y decidimos hacer algo basado en nuestros valores y creencias.
ACTUAR
Esta fase gira en torno a dar respuestas para responder eficazmente, con formas basadas en nuestros juicios de valor. Y hacerlo con decisión, sin aturdimiento por la oposición o la enormidad del desafío. Comenzamos pequeños, como semillas en siembra, avanzando a lo más difícil. De lo simple a lo complejo. Esto puede incluir la abogacía. Ciertamente requerirá la organización comunitaria de algún tipo o extensión. Sin duda significará una planificación cuidadosa y continua.
Tendremos opciones: ¿nuestra defensa de cambios positivos en la vida de las personas, especialmente las de los pobres, será tímida o audaz? ¿Somos capaces de «interrumpir» el status quo de alguna manera antes de «reconstruir» de nuevo, en palabras del obispo de San Diego? Elegiremos dónde y cómo utilizar mejor nuestros propios talentos. Dado que nuestra misión vicenciana siempre comienza (y termina) en los pobres de Dios, puede estar tratando de hacer que nuestros esfuerzos caritativos empoderen a los pobres. Podemos buscar más allá, buscando iniciativas que parezcan prometedoras para un impacto social generalizado por el cambio de estructuras y sistemas para fomentar una mayor justicia y dignidad en las vidas de los empobrecidos.
Existen otros métodos o procesos pastorales sólidos, pero Ver-Juzgar-Actuar ha demostrado ser, para muchos, una valiosa herramienta para efectuar un cambio real y duradero. Y pensar en el toro encima del matador tampoco hace daño.
Jim Claffey se jubiló recientemente de la Sociedad de Vicente de Paúl, en Long Island, donde se desempeñó como Director de Formación y Programas. Jim sirve actualmente como secretario ejecutivo de la Comisión Internacional de la Familia Vicenciana para la promoción del cambio sistémico.
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