Convertirse en un unicornio en Cuaresma

por | Abr 9, 2017 | Cuaresma, Formación, Reflexiones, YoSoyVicente | 0 comentarios

Cambio. Una palabra que nos pasamos los unos a los otros con frecuencia. Hacernos o ser diferentes. Un acto o proceso a través del cual algo se vuelve diferente. En el espacio de la tecnología de aplicaciones en el que ahora trabajo, el cambio se ve a menudo como algo altamente deseado. De hecho, todo el mundo está buscando ese «unicornio» que no sólo cambia las cosas, sino que desbarata totalmente la industria.

La cosa sobre el cambio es que es algo así como «sexy». En los negocios, las startups son «sexys» porque tienen potencial para cambiar el mundo. Las startups reciben una alta valoración porque utilizan la tecnología de una manera diferente y cambian la manera en que abordamos diferentes problemas.

El cambio es algo que nos esforzamos por lograr en nuestras vidas personales también. Si miro donde yo estaba dos años y medio, observo una vida muy diferente. Entonces soltero, ahora casado con una mujer bella, fuerte e independiente (también una alumna de los Voluntarios Vicencianos de Colorado); entonces era trabajador social, ahora trabajo en el negocio de las startups; entonces vivía en Denver, ahora vivo en París (Francia). Estos cambios se produjeron con relativa rapidez. ¡Cómo no puede sonar todo esto «sexy»!

Pero, ¿son estos cambios de vida equivalentes a una startup «unicornio»? ¿O tal vez esto es todo un fracaso? A medida que pienso en lo que hace que tenga éxito una compañía como Uber, Airbnb o similares, observo dos cosas clave.

Persiguen el crecimiento, entendiendo que necesitan adaptarse y desarrollarse con el tiempo.
En su núcleo están un modelo de negocio bien construido y la tecnología, y trabajan para mantener y no perder de vista esto.

Muchas empresas se ponen en riesgo al no identificar sus valores y activos fundamentales, siendo altamente oportunistas hacia el crecimiento diciendo que sí a todo y luego nublan su negocio con el tiempo y pierden lo que son. Pero, ¿qué tiene que ver esto conmigo y qué tiene que ver esto con la Cuaresma?

Al dejar los Voluntarios Vicencianos de Colorado hace varios años, me sentí cómodo con mi auto-comprensión porque mi relación con Dios era intencional y cultivada. Permanecí en Denver, atado a las mismas rutinas y a la misma comunidad. Los últimos dos años y medio, tantos cambios entraron en mi vida de repente que perdí mis rutinas y mis comunidades. En el cambio, olvidé mi relación con Dios, y con el tiempo me perdí. Elegí seguir el crecimiento y el cambio por muchas razones correctas, pero en el proceso perdí la visión de la centralidad de mi ser.

Para mí, esta temporada cuaresmal trata de redescubrir todo esto. La simplicidad de la Cuaresma se encuentra en la eliminación del desorden en nuestra vida, para que podamos encontrar nuestros centros de nuevo y utilizar nuestra energía en áreas que son significativas. Nos permite recordarnos a nosotros mismos que Jesús hizo el sacrificio definitivo por nosotros porque cree que todos somos «unicornios».

Me resulta fácil entender que Dios sacrifica a su hijo por nuestra salvación porque, como alguien casado, es fácil imaginarme a mí mismo como el «amante». Lo que me ha sido cada vez más difícil es entender el porqué nosotros. ¿Por qué yo? Buscar la comprensión desde la perspectiva del «amado» es un desafío. Tal vez sea porque he pasado dos años midiéndome con las métricas del negocio y del mercado de trabajo, cuando debo medirme con la métrica del amor de Dios. Un amor incondicional que abarca todo y puede envolver todos los aspectos de nuestra vida si lo reconocemos y lo permitimos. Aunque es un amor inquebrantable que siempre está presente, ha sido algo que no he buscado intencionalmente en los años llenos de cambio. Es ese amor el que nos permite comprender nuestro yo esencial como hijos de Dios. Es ese amor el que me inspiró a crear cambios en mi vida, pero me quedé tan atrapado en los cambios que perdí de vista por qué esos cambios fueron significativos en primer lugar.

En diferentes tiempos de mi vida, se han manifestado diferentes relaciones conmigo mismo y con Dios. La única cosa clara es que los tiempos en que estaba intencional y activamente meditando, ese estado de «unicornio» no estaba lejos de ser alcanzado. Esta relación fluye y refluye con los cambios en la vida, pero como con todas las relaciones debemos tener la intención de nutrirla, incluso cuando todo a nuestro alrededor empieza a verse diferente. Todos tenemos el potencial de ser los «unicornios» de este mundo porque:

  1. Crecemos con el tiempo, adaptando y aprendiendo mientras que más y más gente impacta con nuestras vidas.
  2. A través del desarrollo, la oración y la simplicidad podemos hacer cosas asombrosas porque entendemos que somos hijos de Dios que son profundamente amados.
Autor: Michael Thomson
Fuente: Colorado Vincentian Volunteers Alumni Blog

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