La versión original de este ensayo fue escrito por Eugene Smith, ex Presidente de la Sociedad de San Vicente de Paúl en EE.UU., para la celebración del 350 aniversario de la muerte de san Vicente de Paúl y santa Luisa de Marillac. Con algunas modificaciones de menor importancia, sigue siendo una inspiración para el 400 aniversario de la carisma vicenciano.
La mayor parte de las personas servidas por la familia Vicentina no conocen a San Vicente y a Santa Luisa [a santa Isabel Seton, al beato Federico Ozanam]. ¿Por qué? Porque muchos de nosotros, en la familia Vicentina, raras veces dedicamos tiempo a decir a los que visitamos en sus hogares o en las camas de los hospitales, o dondequiera que les servimos, algo sobre nuestros fundadores. Vivimos el carisma cuando servimos, pero no decimos a la gente por qué hacemos lo que hacemos.
¿No son Vicente y Luisa también guías perfectos para los Pobres? Debemos contar sus vidas y compartir su sabiduría con todos aquellos a los que servimos.
¿Existe otro camino mejor para llevar los corazones a Dios que seguir el ejemplo de San Vicente y Santa Luisa? Vivieron a la perfección la llamada para dirigir los corazones a Dios. Así que, una vez más, éste es el momento oportuno para narrar sus vidas. Es el momento perfecto para hacer de esto una prioridad en la Familia Vicentina.
Los pobres deben interrogarse de dónde sacamos tanta “energía”. Una Hija de la Caridad en una clínica de la India que cambiaba una venda sucia y limpiaba la herida infectada de una mujer con lepra escuchó esta pregunta de la mujer agradecida. “Hermana ¿cómo puede realizar este trabajo? La Hermana respondió, “Lo aprendimos de nuestros fundadores.” Y continuó explicándole que San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac enseñaron a las Hijas de la Caridad que Jesucristo está en la persona de los pobres. “Ellos son nuestros señores y nuestros maestros.” La mujer estaba atónita y se sintió muy honrada.
Muchos de los miembros de la Familia Vicentina “van y vienen”. Escuchamos. Actuamos. Servimos. Hablamos de Dios. Oramos con las personas que visitamos. Hacemos mucho. Pero, la mayor parte de nosotros no decimos a la gente por qué hacemos lo que hacemos. No les hablamos sobre el carisma de nuestros fundadores. Y no les decimos qué es lo que nos inspira servir a los otros.
Considera estas ideas:
Compartir el Carisma con los Pobres. Al visitar a cada persona o familia, dedica unos pocos minutos extra para narrar la historia de San Vicente y de Santa Luisa y de la Familia Vicentina. Habla sobre las vidas, convicciones y acciones de los Santos.
Preparar folletos. En el marco de tu rama local de la Familia Vicentina (conferencia, asociación o grupo) desarrolla sencillos materiales escritos para distribuirlos entre los pobres a los que sirven. Podría ser una estampa, un folleto o un tríptico que narra la historia de los Fundadores.
Tener una celebración local e invitar a los Pobres. Organizar una reunión o encuentro para celebrar la fiesta de Santa Luisa y otra para celebrar la fiesta de San Vicente. Invitar a las otras ramas de la Familia Vicentina y a todos los que sirven. Organizar una comida sencilla y contar sus vidas a través de breves presentaciones, escenificaciones y material audiovisual. Nota del editor: se pueden encontrar recursos multimedia en VinFormation.
Invitar a los pobres que se hagan miembros de la Familia. Pregunten a los que sirven, cuando las circunstancias lo aconsejen, así como a cualquier otro amigo, si están interesados en hacerse miembros de tu conferencia, asociación o grupo. Invitándoles a una reunión para un posible discernimiento.
Iniciar un Proyecto Vicentino. ¿Hay alguna necesidad en tu comunidad que requiera atención? Reúne a personas de la comunidad para debatir el asunto. Implica a pobres, hombres y mujeres, y a jóvenes de todos los ambientes: identificación, programación, realización y evaluación. Piensen en un Proyecto de Cambio Sistémico.
¿De qué otras maneras podríamos compartir la historia de nuestro carisma con la gente a quien servimos?
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