«En esta vida, no podemos siempre hacer grandes cosas, pero sí cosas pequeñas con un gran amor»
(Madre Teresa de Calcuta)
El lema de los Misioneros Seglares Vicencianos es «haz una cosa, haz algo». Etiopía ya fue tildada anteriormente como un país que ha tenido muchos problemas. A pesar de que puede que haya algo de verdad en esta afirmación, es importante recordar que, a pesar de que los voluntarios no pueden ayudar a todos, podemos ayudar a alguien. Antes de emprender mi viaje a Etiopía, tomé muy en cuenta esta pequeña gema de sabiduría y, si la cara de un niño se iluminara con una sonrisa, mi trabajo ya se habría cumplido y lo que me proponía hacer se habría logrado.
Yo y Elish Therese Campbell, mi compañera en el voluntariado, fuimos recibidas con abundantes abrazos por nuestras anfitrionas, las Hijas de la Caridad. Sus sonrisas alentadoras y sus brazos extendidos reflejan el espíritu de las personas con las que nos reuniríamos en Etiopía; gentiles, cálidas y sobre todo, acogedoras. Las hermanas con las que nos quedamos en Santa María, en Addis Abeba, fueron extremadamente amables con nosotras y nos acogieron como a uno de los suyos.
Mi historia de voluntariado, amén de la de Elish Therese, se llevó a cabo en un centro de rehabilitación, en Addis, llamado Alemachen. «Alemachen» se traduce como «Nuestro mundo» en amárico, y al final de nuestras tres semanas, era justo decir que los niños de allí eran «nuestro mundo». Alemachen es un centro de rehabilitación para niños con diversas discapacidades, principalmente discapacidades ortopédicas. Había alrededor de 30 niños, de entre 4 y 12 años de edad. Vienen de diferentes zonas de Etiopía y se quedan en el centro antes y después de sus cirugías. El centro ofrece fisio en el mismo centro, así como todas las facilidades residenciales. Los niños permanecen durante varios meses en el centro.
Trabajábamos como voluntarias allí durante todo el día, proporcionando entretenimiento a los niños a través de juegos, arte y música. La prioridad de los niños es principalmente mejorar y ayudarse a sí mismos a recuperarse después de sus cirugías, por lo que nuestro trabajo consistía en ayudarles a disfrutar de sí mismos y apartar sus pensamientos del dolor que estaban experimentando. ¡Los niños eran impresionantes y no sentían ni siquiera una pizca de lástima de sí mismos! Ellos simplemente acogían la vida como si no tuviesen discapacidad alguna, lo cual me pareció muy inspirador y alentador. A pesar de que no supieran hablar inglés y, por supuesto, no sotras no tuviésemos ni idea de amárico, nos comunicábamos a través de muchas maneras, y al final del día, el amor no tiene idioma ni dialecto.
Pasamos tres semanas en Alemachen y Addis, y honestamente puedo decir que fue una experiencia de las que cambian la vida. Mahatma Gandhi dijo una vez: «La mejor manera de encontrarse es perderse en el servicio a los demás». He descubierto que, a través de mi trabajo como voluntaria, no sólo me he perdido en el espíritu de la comunidad en Addis Abeba, también me he descubierto a mí misma.
En nombre de Elish Teresa y en el mío propio, me gustaría dar las gracias a Mary Anne, las Hijas de la Caridad y MISEVI por la oportunidad que nos dieron. Sin duda la experiencia permanecerá en nuestro corazón durante mucho tiempo.
Sorcha Galvin, de Moate, Westmeath, es estudiante de Nutrición y Dietética en el el Trinity College de Dublín, y ha trabajado como voluntaria de MISEVI en Alemachen, Addis Abeba, Etiopía en junio pasado.
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