Esta redacción inflexible: «dependencia del Arzobispo», ¿no podría ser perjudicial para nosotras en el futuro por la libertad que da para alejarnos de la dirección del Superior General de la Misión?» [Carta 898, Archivos de las Hijas de la Caridad, original carta autógrafa]
Así escribió Santa Luisa de Marillac, al comentar el Acta de Establecimiento de las Hijas de la Caridad en 1645. A ella no le gustó. Hacia 1651, la siempre cuidadosa y organizada Santa Luisa de Marillac había «perdido» el documento.
No he encontrado ningún papel relativo al establecimiento1, y me he acordado que un día su caridad se tomó la molestia de leernos la instancia que había presentado al señor Arzobispo de París, seguida de nuestro reglamento; y pensando que deberíamos conservarlo, se lo pedí. Creo que el motivo por el que no lo tuve en mis manos fue porque faltaba algo que añadir. [Carta 394 (L. 333), Santa Luisa de Marillac, Correspondencia y escritos (1985: Salamanca, CEME)
¿Nunca recibida? ¿Perdida? ¿Fuera de lugar? Como fuese, Luisa consiguió lo que quería, y la cuestión fue resuelta definitivamente por el Papa León XIII en 1882.
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