Antonio-Federico Ozanam, uno de los siete fundadores de la Sociedad de San Vicente de Paúl (SSVP), formaba parte de una joven generación intelectual católica, profundamente idealista y activa, social y políticamente. Su vida estuvo marcada por la fe y la santidad, que recibió del vibrante testimonio de sus padres, y que demostró, primero como estudiante y luego como profesor, a través de sus escritos históricos y literarios, en los que siempre defendió el cristianismo, la familia, la vida, la dignidad de la persona humana a través del trabajo, la democracia y la atención a los más humildes.
El momento histórico en el que se insertó Ozanam estuvo marcado por muchos cambios políticos, con el auge del liberalismo económico, que convivía con el materialismo, el positivismo y el marxismo. Las propias «Conferencias de Caridad» podrían considerarse las pioneras del movimiento social católico, con el fin de paliar los efectos de la Revolución Industrial sobre los trabajadores. También se le considera el precursor de la Doctrina Social de la Iglesia (Encíclica «Rerum Novarum»), por sus acciones en defensa de los derechos de los trabajadores, las mujeres y los niños.
Ozanam escribió 11 libros y cientos de artículos, folletos, crónicas, libretos y panfletos. Uno de ellos, escrito en septiembre de 1848, se titula «Los orígenes del socialismo» (publicado en el periódico «Era Nova»), en el que, en 28 páginas, nuestro Beato aborda este tema con maestría, advirtiendo sobre los peligros de esta ideología. Este artículo se escribió exactamente cuándo Karl Marx y Friedrich Engels publicaron el «Manifiesto Comunista». Ozanam también rechazó otras herejías y doctrinas contrarias a la Iglesia, como las ideas defendidas por filósofos como Claude-Henri de Rouvroy (el famoso Conde de Saint-Simon), François-Marie Charles Fourier, Pierre-Joseph Proudhon y Edward Gibbon.
Ozanam estaba convencido de la necesidad de realizar reformas sociales urgentes pero pacíficas para evitar la explotación de la clase trabajadora más pobre. Consideraba que sólo la justicia social y la caridad podían resolver este dilema, conjuntamente, descartando soluciones como las propuestas tanto por la vieja escuela económica liberal como por los tentadores planteamientos del socialismo naciente.
A través del libreto «Los orígenes del socialismo», Ozanam llegó a la convicción de que el cristianismo era el único camino para alcanzar el ideal de la fraternidad entre los hombres, sin sacrificar su libertad y dignidad, y sería también la única forma de buscar la felicidad aquí en la tierra, sin renunciar a la esperanza de alcanzar una mayor felicidad en el cielo.
Escribió así sobre el socialismo: «No ignoramos cuán generosas son esas ilusiones, pero vemos el peligro que entrañan. Como todas las doctrinas que han perturbado la paz del mundo, el socialismo no tiene fuerza más que por las muchas verdades que contiene mezcladas con muchos errores. Esa confusión le presta una apariencia de novedad que asombra a las mentes débiles. Ya es hora de mostrar que se puede defender la causa de los proletarios, dedicarse a aliviar a las clases que sufren, trabajar por la abolición del pauperismo, sin solidarizarse con las prédicas que mantienen aún suspendidos sobre nuestras cabezas nubarrones tan sombríos».
La santidad de Ozanam se manifiesta también en sus escritos. La lucidez de su pensamiento convierte los corazones, no sólo en su época, sino especialmente hoy. Por eso tenemos a Ozanam como nuestro gran inspirador, destacado maestro y ejemplo para la Sociedad de San Vicente de Paúl y la Familia Vicentina. El próximo mes publicaremos un resumen del libro «Una peregrinación al País del Cid», también escrito por Ozanam.
Haga clic abajo para leer el texto, disponible en español, inglés y francés:
- Español: Los orígenes del socialismo (1848) – La Nueva Era
- English: The origins of Socialism (1848) – The New Era
- Française: Les origines du socialisme (1848) – L’Ere Nouvelle
Renato Lima de Oliveira
16º Presidente General Internacional
Sociedad de San Vicente de Paúl
Interesante cómo Ozanam propone el catolicismo como una política que basa su estrategia en la justicia, finalidad incluida dentro del mismo discurso de la Iglesia.