Hablando a los participantes de una reunión para conmemorar el 25 aniversario de la fundación de la Economía de Comunión, el Papa Francisco se hace eco de Federico Ozanam.
Hace ya más de 175 años, Federico Ozanam escribía: «La caridad es el samaritano que vierte aceite sobre las heridas del viajero que ha sido atacado. Es el papel de la Justicia prevenir el ataque».
El 4 de febrero de 2017, el Papa Francisco se hizo eco de las palabras de Federico: «Debemos trabajar para cambiar las reglas de juego del sistema socioeconómico, imitar al buen samaritano del Evangelio no es suficiente».
Sus palabras en contexto…
La economía de comunión, si quiere ser fiel a su carisma, no sólo debe ocuparse de las víctimas, sino construir un sistema en el que las víctimas sean cada vez menos, en el que, a ser posible ya no existan. Hasta que la economía siga produciendo una sola víctima y haya una persona descartada, no se habrá realizado la comunión, la fiesta de la fraternidad universal no será plena.
Es necesario, pues, apuntar a cambiar las reglas del juego sistema económico-social. No es suficiente imitar al buen samaritano del Evangelio. Por supuesto, cuando un empresario o cualquier persona se encuentra con una víctima, está llamado a cuidarla, y tal vez, como el buen samaritano, también a asociar el mercado (el hospedero) a su acción de fraternidad. Yo sé que vosotros intentáis hacerlo desde hace 25 años. Pero es necesario en primer lugar actuar antes de que el hombre se tope con los bandidos, luchando contra las estructuras de pecado que producen bandidos y víctimas. Un empresario que es sólo un buen samaritano hace solamente la mitad de su deber: cura a las víctimas de hoy, pero no reduce las de mañana. Para la comunión es necesario imitar al Padre misericordioso de la parábola del hijo pródigo y esperar a los hijos en casa, a los trabajadores y colaboradores que se han equivocado, y allí abrazarlos y hacer fiesta -con ellos y para ellos – y no dejarse bloquear la meritocracia invocada por el hijo mayor y por tantos, que en nombre de los méritos niegan la misericordia. Un empresario de comunión está llamado a hacer todo lo posible para que incluso los que cometen errores y dejan su casa, puedan esperar en un trabajo y unos ingresos decentes, y no encontrarse a comer con los cerdos. Ningún hijo, ningún hombre, ni siquiera el más rebelde, se merece las bellotas.
“El principal problema ético de este capitalismo es la generación de descartes para después tratar de ocultarlos o de curarlos para que no se vean –continuó el Papa–. Una grave prueba de la pobreza de una civilización es la incapacidad de ver a sus pobres, que antes se descartan y luego se ocultan».
El Papa Francisco dijo que la Economía de Comunión, si quiere ser fiel a su carisma, debe no sólo cuidar a las víctimas, sino también construir un sistema donde las víctimas sean cada vez menos, hasta que tal vez ya no haya ninguna.
0 comentarios