Evangelio y Vida para el 3 de diciembre de 2024
“Te alabo Padre, Señor del cielo y de la tierra”
Is 11, 1-10; Sal 71; Lc 10, 21-24.
En este evangelio Dios nos afirma que ha escondido todo, a aquellos que están demasiado llenos de sí mismos y de cosas. Aquellos que pretenden saberlo ya todo… Hay tantos cegados por su propia presunción y no dejan espacio a Dios. Podemos pensar en muchos de ellos que se acercaron a Jesús y que Él mismo amonestó en varias ocasiones. Sin embargo, sigue siendo hoy un peligro y, ¡cuidado! nos puede afectar también a nosotros.
Por otra parte, los “pequeños” son los humildes, los sencillos, los pobres, los marginados, los sin voz, los que están cansados y oprimidos, a los que Jesús ha llamado “benditos”, “dichosos”, “bienaventurados”. Podemos pensar fácilmente en María, en José, en los pescadores de Galilea, y en los discípulos llamados a lo largo del camino, en el curso de su predicación.» Los rostros de los discípulos irradian alegría por el éxito de la misión realizada. Jesús los recibe y parece también Él contagiarse de la alegría con que lo celebran. No es solamente un triunfo humano, es ante todo el reconocimiento del don de Dios que en aquellos hombres sencillos se ha derramado abundantemente para transformarles en heraldos y en testigos de su mensaje.
¡Pidamos la gracia de vivir abiertos a su Espíritu!
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: María Elena Camacho, de la Sociedad de San Vicente de Paúl
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