Mike Devereaux conoce muy bien esta misión.

Donante mensual de la Sociedad de San Vicente de Paúl en Louisville, su hijo, Jonathan, fue un sin techo.

«Esta organización tiene una misión que me apasiona —dijo Devereaux—. Tengo un hijo que durante seis años y medio fue un sintecho. Sufría un diagnóstico doble, esquizofrenia y abuso de sustancias. Intentamos conseguirle una vivienda en San Vicente de Paúl, pero no quiso pasar por la Coalición para los Sin Techo».

El hijo de Devereaux convirtió su piso en un punto de venta de drogas.

«Se convirtió en un antro de drogadictos, lo destrozaron y tuve que desahuciarle. Tuvimos que dejar que se quedara sin hogar hasta que sentimos que podía asumir esta responsabilidad —añadió Devereaux—. No quería ir a los albergues, así que estaba a la intemperie todas las noches. Y ya sabes lo malos que son algunos inviernos y veranos aquí. Ha sido una verdadera lucha».

Devereaux ha visto de primera mano los efectos devastadores de la falta de vivienda. Es fácil suponer lo peor cuando vemos a alguien durmiendo en la calle o luchando contra el abuso de sustancias. Es mucho más difícil cuando escuchas su historia.

«Mi hijo se marchó y tomó decisiones equivocadas. Cuando tenía 15 años perdió a su mejor amigo por una enfermedad cardiaca. Eran muy amigos. A los 16 perdió a tres amigos íntimos por culpa de un conductor ebrio. A los 17 perdió a su hermana, nuestra hija. Estudiaba el último año en la Universidad del Sur de Illinois. Cuando estaba en el hospital, le dieron una sobredosis de Tylenol y su hígado dejó de funcionar. A partir de entonces, tenía periodos en los que le iba bien y otros en los que perdía los estribos».

Actualmente, el hijo de Devereaux va por buen camino.

«Le compramos un piso en Bashford Manor y hasta ahora le va bien —dice—. Tiene la Seguridad Social por incapacidad, tiene una tarjeta de débito y come con regularidad».

Desgraciadamente, las personas sin vivienda no siempre están dispuestas a recibir ayuda, pero eso no significa que dejemos de intentarlo o que nos rindamos con los que están en apuros. Personas como el hijo de Devereaux son un buen ejemplo.

«Veo los retos que tenemos en este mundo, y tenemos que aportar algo. Es la única manera de ofrecer ayuda. No vamos a arreglarlo todo, pero sin duda podemos marcar la diferencia», afirma Devereaux.

Devereaux es un donante que marca la diferencia. Está utilizando el dolor que ha experimentado para dar forma a la manera en que invierte su tiempo, sus talentos y sus tesoros.

En 2018, Devereaux fue voluntario en la Despensa de Alimentos. Luego se unió a los comités de Finanzas, Auditoría y Tiendas de Segunda Mano debido a su experiencia en finanzas y comercio minorista. Supervisó las renovaciones en Waypoint y ahora en Ozanam Inn Men’s Emergency Shelter (tiene mucha experiencia en la renovación de estructuras antiguas). Empleado jubilado de Hunter Fan Company, donó ventiladores a Open Hand Kitchen y Waypoint.

«Soy donante mensual desde hace tiempo y ni siquiera echo de menos este dinero… forma parte del presupuesto mensual. Hay que tener en cuenta la recompensa… y la recompensa se ve en el hecho de que cada dólar se multiplica enormemente. La Sociedad de San Vicente se encuentra en una encrucijada. Hay una tremenda cantidad de gastos generales. Necesita imperiosamente que la gente dé un paso adelante… Es difícil dirigir una operación como ésta cuando se atraviesa una situación difícil al principio de cada mes y se tiene que depender de la generosidad de la gente. Si se tienen depósitos mensuales, ese agujero disminuye».

Fuente: Sociedad de San Vicente de Paúl en Louisville, https://www.svdplou.org/