Con seguridad, tienes la suerte de contar con personas sabias en tu vida.

¿Quién es la persona más sabia que conoces?

• ¿Tu madre o padre?
• ¿Tu hermana o hermano?
• ¿Tu esposo o esposa?
• ¿Un amigo?
• ¿Un profesor?

Sea quien sea, sospecho que esa persona te ayuda a abrir los ojos a aquello de lo que no te habías dado cuenta antes. Una persona verdaderamente sabia te ayuda a ver, y te ayuda a dar un paso atrás para tener perspectiva.

Con demasiada frecuencia los árboles no nos dejan ver el bosque. Las personas sabias nos ayudan a dar un paso atrás y a ver dónde encajan las distintas piezas del puzzle. La persona sabia nos ayuda a ver lo que no siempre es evidente.

La persona más sabia que conozco en la actualidad

He sido bendecido por conocer a varias personas sabias que me ayudan a dar un paso atrás y ver cómo las piezas de mi vida forman parte de un hermoso rompecabezas que llamamos el reino de Dios, el sueño de Dios para nosotros y toda la creación.

Recientemente, el papa Francisco me abrió los ojos una vez más con sus sencillas pero profundas reflexiones sobre la sabiduría.

El Papa Francisco escribe:

La sabiduría es precisamente esto: […] ver el mundo, ver las situaciones, las ocasiones, los problemas, todo, con los ojos de Dios. Esta es la sabiduría.

¡No se me ocurre una visión más profunda de la sabiduría!

¿Quién de nosotros puede pretender saber que todas las piezas de la creación de Dios encajan? Desde nuestra limitada perspectiva pensamos que lo sabemos todo. Si fuéramos Dios, colocaríamos las piezas de forma diferente… o incluso tiraríamos algunas piezas que no parecen encajar.

¿Necesitas un ejemplo? ¿Quién de nosotros, en nuestros sueños más salvajes, habría pensado en una cruz como pieza clave del cuadro que Dios ve?

El papa continúa:

El Espíritu Santo, entonces, hace «sabio» al cristiano.

No en el sentido de que tiene una respuesta para cada cosa, que lo sabe todo, sino en el sentido de que «sabe» de Dios, sabe cómo actúa Dios, conoce cuándo una cosa es de Dios y cuándo no es de Dios; tiene esta sabiduría que Dios da a nuestro corazón.

María como «Sede de la Sabiduría»

Este título dice que hay algo especial entre María y la sabiduría. Está claro que ahora María lo ve todo con los ojos de Dios.

¿Tenía María la plenitud de la sabiduría desde el momento de su Inmaculada concepción?

Había tanto que María no sabía y tenía que reflexionar.

¿Vio María todo el panorama cuando su corazón fue traspasado tantas veces (perdiendo a Jesús entre la multitud, viendo la dolorosa ejecución de su hijo, sosteniendo su cuerpo golpeado en sus brazos)?

Probablemente no.

María se esforzó por entender sus penas como parte del magnífico reino en la mente de Dios.

Sin embargo, como «primera discípula», confiaba en que su Dios tenía una perspectiva más amplia.

Se abrió al don de la sabiduría… se vació para permitir que la sabiduría de Dios la llenara. Ella guardó todas estas cosas en su corazón.

Ahora ella es la sede de la sabiduría. Ella ve realmente con los ojos de Dios y es el modelo de la sabiduría de Dios que llena su corazón.

La sabiduría como don

El Papa Francisco nos recuerda:

[La sabiduría] es algo que no podemos improvisar, que no podemos conseguir por nosotros mismos: es un don que Dios da a quienes son dóciles al Espíritu Santo.

Por ello, debemos pedir al Señor que nos dé el Espíritu Santo y que nos dé el don de la sabiduría, de esa sabiduría de Dios que nos enseña a mirar con los ojos de Dios, a sentir con el corazón de Dios, a hablar con las palabras de Dios.

Ahora, con Francisco…

«Pidamos el don de ver con los ojos de Dios, de sentir con el corazón de Dios, de hablar con las palabras de Dios».

Publicado originalmente en Vincentian Mindwalk