Contemplación: Virtud heroica

Tim Williams
4 octubre, 2024

Contemplación: Virtud heroica

por | Oct 4, 2024 | Formación, Reflexiones, Sociedad de San Vicente de Paúl | 0 Comentarios

Este artículo apareció originalmente en ssvpusa.org

La palabra «coraje» evoca a menudo imágenes como la de un bombero que se precipita en una casa en llamas para salvar a un niño, o la de un soldado que se abre paso bajo el fuego para socorrer a un camarada caído. Entre nuestros santos y beatos vicentinos, pocos ejemplos son más vívidos que el de la beata Rosalía Rendu, quien, durante la revolución de 1848, se subió a una barricada en medio de algunos de los combates más encarnizados de la ciudad, exigiendo que cesaran el fuego. Pocos días antes, el arzobispo de París había sido asesinado a tiros en un acto similar. Gracias a Rosalía, ambos bandos hicieron una pausa en sus hostilidades.

¿Qué es exactamente el coraje y en qué sentido pedían nuestros más santos vicentinos a Dios que se la concediera? Rosalía rezaba a Dios «para que me conceda el espíritu de fe que me fortalecerá en mi debilidad y me dará el coraje para hacer los sacrificios que Él me pida» [Sullivan, 104]. El coraje que ella buscaba no era para superar pruebas o peligros, sino para superar su propia debilidad; para superarse a sí misma.

Santa Luisa fue aún más explícita al explicar esto, diciendo: «Tenemos que tener ánimos para sobreponernos a nosotras mismas, porque muchas veces lo que llamamos penas son más imaginarias que verdaderas» [Carta a sor Isabel, hacia octubre de 1654]. Tal como ella lo entendía, no es la dificultad de las pruebas lo que nos impide actuar, ya que muchas de ellas ni siquiera son reales. Es más bien nuestro propio miedo, nuestro propio ego.

San Vicente exhortaba a los misioneros a «tener siempre mucho ánimo» porque, de lo contrario, «ese maldito espíritu de la pereza el que se acobarda ante cualquier contradición; no hay trabajo que no rehuya, ni carga que no tema, ni satisfacción que no busque; ese amor propio lo arruina todo» [SVP ES XI-3, pp. 144-145]. Nosotros asociamos el coraje al heroísmo; Vicente asociaba el coraje al desinterés. No se trata de una contradicción, como demuestra el gran heroísmo de Rosalía. Más bien, el desinterés es un requisito previo para el heroísmo, y es el desinterés lo que requiere coraje. Reconocemos esto mismo en nuestros héroes militares, cuyas menciones de condecoración a menudo incluyen alguna forma de la frase «con total desprecio por su propia vida y seguridad».

El coraje es del corazón, que es la raíz latina de la palabra. Como dijo Federico en una ocasión: «Admiro ese coraje que sabía contenerse ante una familia desolada, y esa sonrisa meritoria que brillaba como un último rayo en medio de tantos pensamientos sombríos. Pero no me gustaban menos esas lágrimas solitarias derramadas en la silenciosa habitación, al pie del crucifijo… no es fuerte lo que se contrae, sino lo que se reanima después de haberse replegado» [Carta a Amélie, de 28 de febrero de 1841].

El primer paso hacia la canonización en nuestra Iglesia es el reconocimiento de una vida de «virtud heroica», que no comienza con el coraje bajo el fuego, sino con el coraje para superarnos a nosotros mismos.

Contemplar

¿Rezo pidiendo el coraje de dar más de mí mismo?

Por Timothy Williams
Director Senior de Formación y Desarrollo de Liderazgo
Sociedad de San Vicente de Paúl USA.

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