“Ve y que el Señor esté contigo”

1 Sam 17, 32-33.37. 40-51; Sal 143; Mc 3, 1-6.

David se ofrece al rey Saúl para enfrentarse al filisteo Goliat. David confía que Dios le dará la fuerza para derrotarlo a pesar de las apariencias y así sucedió, David vence al filisteo con su honda de un solo golpe, venciendo con ello a todo un pueblo enemigo.

La liturgia de hoy gira en torno a los enemigos, la confianza en Dios para vencerlos y de cómo Jesús no pierde la libertad de decir y hacer lo necesario para nuestra salvación a pesar de la acción de sus enemigos.

David confió que con la habilidad que el Señor le había dado vencería al enemigo, ¿tú, confías en que Dios te ha dado las habilidades necesarias para vencer en las dificultades? ¿Conoces cuál es el mayor don que el Señor te ha dado? ¿Has vivido la experiencia de vencer en alguna batalla de la vida experimentando la fuerza del Espíritu Santo en ti?

Las virtudes humanas adquiridas mediante la educación, mediante actos deliberados, y una perseverancia, mantenida siempre en el esfuerzo, son purificadas y elevadas por la gracia divina. Con la ayuda de Dios forjan el carácter y dan soltura en la práctica del bien. El hombre virtuoso es feliz al practicarlas (CIC 1810).

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Norma Leticia Cortés Cázares, Medalla Milagrosa de Monterrey.