Mi punto de vista para combatir la soledad
Uno de los graves problemas que aqueja a las personas de la tercera edad es la soledad, que no es más que esos días interminables en los que no podemos dialogar con nadie, ni con nuestra propia familia, algunos por olvidadizos y otros por desagradecidos.
Mi recomendación es que nos preparemos durante toda la semana para ir a nuestros templos para adorar a Dios, yo me siento orgulloso de ser católico porque mi religión la fundó Jesús y así sido por más de 2000 años, con sus aciertos y desaciertos porque ÉL la fundó; pero los que la dirigen son hombres igual que tu y yo y pueden equivocarse. No me refiero a seleccionar el vestidito o la camisita para impresionar a los vecinos, no, es a prepararnos, material y espiritualmente para visitar la casa del Señor, no tienes transporte, pregunta en tu iglesia a ver cual vecino tuyo, visita el mismo templo y ve con ellos. Eso sí, no escojas el lugar porque el pastor habla bonito, el local es magnífico, con buen aire acondicionado etc. Porque Dios no escoge lugares para que vayamos a visitarlo, escuchen, si EL es capaz, que se reduce y está siempre en nuestro corazón. Esto me recuerda una anécdota que me sucedió hace muchos años.
Estaba de visita en España en un pueblito perdido en las montañas y como era domingo fui de visita a la iglesia del pueblo, llegue temprano y pude escuchar al pastor de aquella iglesita que estaba conversando con algunos parroquianos y quede sorprendido porque al escucharlo, pude comprobar que aquel cura, padecía de una enfermedad que llaman Disartria que no es más que una Esclerosis lateral armotrófica (ELA como la llamamos nosotros o enfermedad de Lou Gehring). Es obvio, inmediatamente pensé que era imposible que él pudiera ofrecernos esta misa por su incapacidad del habla. Que equivocado estaba, en lo que fue el ritual, como nosotros lo conocemos y era en español me fue fácil, entenderlo; pero cuando llego el evangelio, el diácono lo leyó y después quede más perplejo, cuando aquel sacerdote se levanto para darnos la homilía. Fue que yo recuerde, una de las pocas veces que se me han salido las lágrimas en una homilía, aquel padrecito hablaba más claro que yo y con una homilía tan fuerte que nos estaba dejando una gran enseñanza. Naturalmente sali de la iglesia y allí en el atrio le pregunte al sacerdote. Por favor, ¿Dígame como pudo hacerlo y hablar diferente?. Su respuesta me hizo temblar de pies a cabeza. Es que yo no hablaba, el Espíritu Santo lo hacía por mí y así lo a hecho, por más de quince años que he estado en esta parroquia.
Esto nos aclara que la preparación para ir el domingo, debe ser una de nuestras grandes prioridades, allí vamos a escuchar de resurrección, de vida perdurable, de paz, de amor a nuestros semejantes, de perdón y de muchas cosas más, que nos alejará de sentirnos deprimidos, porque ya para algunos estamos en la lista, eso es una gran mentira, porque el único que sabe nuestro turno en la lista, es Dios, seamos inteligentes y pongamos todos en nuestros corazones el deseo de estar allí frente a EL, si no puedes asistir o estás en un Hospital, llama y que te envíen un hermano del Ministerio de dar la comunión y allí te irán a visitar.
Yo sé que muchos me dirán: Es que estoy viejo, cansado, enfermo sin fuerzas, olvida todos esos epítetos y piensa que para Dios nada es imposible y EL quiere estar a tu lado. No lo desprecies y el te ayudará a sobrellevar tu cruz. Amén.
Víctor Martell
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