Un simple hecho de la vida. No siempre estamos de acuerdo… especialmente en cosas que son importantes para nosotros.

Un hecho doloroso de la vida. Los desacuerdos y los conflictos se nos pueden ir de las manos.

Pero hay otra realidad. Podemos y debemos aprender de los desacuerdos.

¿Cómo pueden los desacuerdos y conflictos ser una experiencia de aprendizaje?

Nuestros estilos de desacuerdo

En primer lugar, puede ser útil echar un vistazo a los diferentes estilos de manejar los conflictos.

Algunas personas son como

• la tortuga que se retrae para protegerse;
• el oso de peluche que calma y cede el paso a los demás;
• el tiburón que hace lo que haga falta para satisfacer sus necesidades;
• el zorro que transige que da a cada parte una cuota de lo que quiere;
• el búho sabio que encuentra un camino hacia el terreno común subyacente.

¿Cuál te describe más a menudo?

Reflexiones del papa Francisco

Chiara Giaccardi, experta italiana en medios de comunicación, afirma que hay una pequeña «revolución copernicana» en el mensaje del papa Francisco de 2014, «Comunicación al servicio de una auténtica cultura del encuentro«.

Ella señala que el papa Francisco habla de definir la comunicación no como «la transmisión de contenidos», sino más bien como «la reducción de la distancia». Una buena comunicación nos ayuda a acercarnos, a conocernos mejor y, en definitiva, a crecer en unidad. Es mucho más que «la transmisión de información de un emisor a un receptor».

Las siguientes palabras del Papa Francisco me recuerdan al búho sabio:

• Dialogar significa estar convencidos de que el otro tiene algo bueno que decir, acoger su punto de vista, sus propuestas.
• Dialogar no significa renunciar a las propias ideas y tradiciones, sino a la pretensión de que sean únicas y absolutas.
• Los muros que nos dividen solamente se pueden superar si estamos dispuestos a escuchar y a aprender los unos de los otros. Necesitamos resolver las diferencias mediante formas de diálogo que nos permitan crecer en la comprensión y el respeto.
• La cultura del encuentro requiere que estemos dispuestos no sólo a dar, sino también a recibir de los otros.
• Por ejemplo, tenemos que recuperar un cierto sentido de lentitud y de calma. Esto requiere tiempo y capacidad de guardar silencio para escuchar.
• Necesitamos ser pacientes si queremos entender a quien es distinto de nosotros.
• La persona se expresa con plenitud no cuando se ve simplemente tolerada, sino cuando percibe que es verdaderamente acogida. Si tenemos el genuino deseo de escuchar a los otros, entonces aprenderemos a mirar el mundo con ojos distintos y a apreciar la experiencia humana tal y como se manifiesta en las distintas culturas y tradiciones.

Jesús fue un maestro en este tipo de acercamiento a los demás.

La «regla de los 8 segundos» para el encuentro

Una de las formas más sencillas de ir más allá de la escucha defensiva se ha descrito como la «regla de los 8 segundos».

Las investigaciones demuestran que, cuando una persona hace una pregunta, sólo espera 2 ó 3 segundos a que la otra responda.  Responder rápidamente a otra persona puede ser a menudo un signo de escucha defensiva o de ser «difícil de escuchar».

«Escuchar despacio» nos permite ver un mundo que no conocemos, comprender experiencias que no hemos tenido, replantear o abandonar una creencia mantenida durante mucho tiempo.

¿Y si nos tomáramos tiempo para escuchar y procesar antes de responder?

Cuando recuerdo algunos «diálogos» acalorados en los que he participado, me doy cuenta de que eran más bien «debates» que yo intentaba ganar. En realidad, no sabía escuchar.

Las mejores conversaciones de corazón a corazón se han caracterizado por tratar de reconocer que la vida es compleja y que los demás pueden ver algo que yo no veo.

Un examen de conciencia

• ¿Soy un «hablador rápido» o un «oyente lento»?
• ¿Cómo afronto los conflictos?

Publicado originalmente en Vincentian Mindwalk