Evangelio y Vida para el 18 de febrero de 2022
“El que quiera seguirme, niéguese a sí mismo”
Sant 2, 14-24; Sal 111; Mc 8, 34-9, 1.
La pregunta que Jesús hizo ayer a sus seguidores (¿Quién dicen ustedes que soy yo?) fue el comienzo de su preparación para hacerlos discípulos de verdad. El verdadero discípulo no se retrae ante las dificultades por aceptar y seguir a Jesucristo. Nada puede obstaculizar el seguimiento a Jesús cuando se le ama de verdad. Y el primer gran obstáculo a salvar es mi propia personalidad, tantas veces repleta de autorreferencialidad, de egoísmo y banalidad. ¿Cómo renunciar a mí mismo? O mejor: ¿Cómo ganarme a mí mismo? ¿Cómo adherirme al proyecto de Dios sin reticencias ni autoengaños?
La opción es clara: O“yo”, o Jesucristo. El discipulado de Pedro es ejemplar. Recibió correcciones de parte de Jesús, porque cometió grandes errores, pero nunca se negó a crecer porque le amaba. Tomó su cruz y murió en cruz como su Maestro. Jesús no engaña, advierte a sus seguidores de las exigencias que implica seguir su mismo camino. Hoy se necesitan discípulos así: que le sigan conscientes de lo que implica su camino. Que le sigan “libres” de todo para poder dar su vida sin miedo a la cruz. Así, la opción por Jesús se convierte en una opción por la vida, por los pobres, por los valores y actitudes de Jesús que son los del reino de Dios.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Aarón Gutiérrez Nava C.M.
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