Evangelio y Vida para el 25 de febrero de 2021
“Llamen y se les abrirá…”
Est 4, 17ss; Sal 137; Mt 7, 7-12.
Tener la esperanza de que nos abrirán…
Solo el humilde pide, solo el necesitado implora, solo el que se da cuenta de que por sí mismo no puede, llama, pide, toca a la puerta, suplica. Solo el humilde, el pobre y el necesitado es capaz de reconocer a aquel que sí puede, que sí da, que abre siempre las puertas y ventanas: Dios, que está detrás de la puerta para abrir, que tiene las manos llenas para dar y que está dispuesto a dejarse encontrar de quien lo busca.
Quizá nos pueda pasar como a Jenny, que tenía un lindo collar de perlas falsas, obsequio de su mamá, al que le tenía mucho afecto. Su papá se lo pedía con la intención de cambiárselo por uno de perlas de verdad, pero la pequeña niña no lo sabía, y no era capaz de desprenderse, por amor de ese sencillo collar. Hasta que a la tercera vez que su papá se lo pidió como regalo, ella, con lágrimas, se lo entregó. Papá la sorprendió con un collar de perlas verdaderas. ¡Cuánto nos cuesta desprendernos de poco sin saber que lo realmente valioso viene de nuestro Padre del cielo!
“Te doy gracias, Señor, de todo corazón, pues oíste las palabras de mi boca” (Sal 138).
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Gilberto Velarde Osuna
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