Evangelio y Vida para el 26 de abril de 2017
Hch 5, 17-26; Sal 33, 2-9; Jn 3, 16-21.
“…siguen enseñando y al pueblo”
Liberados de la cárcel de los sumos sacerdotes, los apóstoles se fueron al Templo, y se pusieron a enseñar a la multitud reunida. ¿Y qué enseñaban?
Que “el Dios de nuestro padres ha resucitado a Jesús…” Pues, “tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo unigénito para que todo el que crea en él no pereza, sino que tenga vida eterna” Los apóstoles estaban cumpliendo el último mandamiento de Jesús: “Vayan y hagan discípulos de todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que yo les he mandado” (Mt 28, 19-20; Mc 16, 15-16; Lc 24, 46-47; Jn 20, 21-23).
Jesús nos había dado el Mandamiento Nuevo, el amarnos unos a otros como él nos amó (Jn 13, 34; 15,12). Al final de su vida nos dio el mandamiento de “ir y hacer discípulos de todas las gentes”. Éste mandamiento es un aspecto del mandamiento nuevo. Si tú te encuentras con Jesucristo y pruebas esa dicha, y si amas a los demás como nos pide Jesús, también harás lo que esté en tus manos para que los demás puedan tener esa misma dicha. La fe cristiana no es una propiedad privada y exclusiva, sino una riqueza que sólo se conserva si se comparte por el ejemplo, el anuncio, el servicio y la oración.
Jesús había dicho, refiriéndose a su Pasión: “El hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres”. Pero también es verdad en este hermoso y tremendo sentido: él está en tus manos, ¿qué haces, qué hacemos con él?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Honorio López Alfonso, cm
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