Evangelio y Vida para el 11 de febrero de 2016
Dt 30, 15-20; Sal 1, 1-6; Lc 9, 22-25.
Jesús anuncia –en el evangelio de hoy– su pasión, su muerte y su resurrección. Después de eso, nos dice: “El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz de cada día y se venga conmigo”. En la primera lectura, Yahavé, dice al pueblo: “pongo ante ti la vida o la muerte… escoge la vida”. Y Jesús nos pregunta: “¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero, si se pierde a sí mismo”. Pregunté: —¿Qué significa negarse a sí mismo? Me respondieron: —significa algo muy sencillo: Parecerse a Jesús. ¿En qué?, —pregunté de nuevo. Me contestaron: —Él vivió pendiente del Padre y del pobre.
¿Qué quiere el Padre, qué necesita el pobre? No vivió pendiente de sí o girando alrededor de su ego. Hizo sitio en su vida a la voluntad de Dios y al amor a los pobres y pecadores. Y cuando el mundo y sus jerarquías se opusieron a su proyecto, no se vendió a ellos ni a sus intereses, sostuvo su proyecto y entregó la vida para que también ellos pudieran convertirse y salvarse.
Hoy, en muchos lugares, ser cristianos no es ninguna cosa aburrida o insignificante. (Cuando es así, deja de ser seguimiento). La generosa yemení Nazeera, dejó de ser musulmana para seguir a Jesucristo, y le costó la vida. Estaba preparando el desayuno a los suyos y de pronto toda ella era una llama viva. Algunos de sus familiares cambiaron el aceite de la botella por gasolina para castigarla por su conversión. Falleció por tantas quemaduras y perdonando. Falleció por causa de su fe. Saeed, su esposo, pide: “Oren por mis hijos, como ahora yo soy su madre y su padre y su único amigo, necesitamos oraciones para que Dios nos dé fuerza y para que nos dé una fuerte fe. Quiero que la gente afuera sepa que incluso si nos cortan en trozos, no vamos a dejar a Jesucristo”.
¡Gracias, Señor, por tantos testigos!
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Honorio López Alfonso, C.M.
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